miércoles, 11 de diciembre de 2019

Huellas I: Besos de humo

Vive hoy la noche más larga del 2018 | México Desconocido



La nuit
            Madame
la nuit 
abisal
                    ignota 
                       fértil
                       oceánica
  La noche
contorsionando los cuerpos al compás
       de un eléctrico zumbido
        pellizcando 
el letargo del animal oscuro
serpeteante 
        en aceras de espuma y cócteles de fuego
País
para frágiles espigas 
        para tallos maduros  con raíces picadas 
        por la viruela
       de la soledad.

Nunca me perteneció
        como a ti
nunca logré saborear al máximo 
su enfervorecida pulpa

La noche fugaz
        su meloso veneno con el que inocularse un espejismo
en compañía

¿Recuerdas
el saxo que devoraba el tiempo con su boca
metálica y hambrienta?...

       No he conseguido apartarme 
       en todos estos años
       de aquél rincón
       al que seguro acudirás un día
                 impuntual 
                           vibrante 
                               disparando 
una mala excusa
        con un cigarro rubio consumiéndose
al ritmo de mi nostalgia
entre tus dedos. 


martes, 29 de octubre de 2019

Poliedros


 Los ojos
 se van aclimatando a la insolente blancura.
Las manos 
  intentan esbozar  sobre el teclado 
        el contorno fugaz de una verdad
con palabras de viento.
A veces pisan charcos de sombras;
otras, se estremecen,
        reviviendo un drama cotidiano
y abandonan su frustración
sobre los ángulos romos 
de una luna menguante.

Ahora vibra un rectángulo sobre lira
de la emoción salvaje;
Un triángulo 
se despoja de una de sus aristas 
y deja que penetre en él una aura
de fuegos fatuos,
de luces incendiarias...

Los poliedros 
se sorprenden del nulo equilibrio 
 de las figuras planas,
de su falta absoluta de destreza
sobre la cuerda floja de  la vida.
Aplauden 
su disposición a derramar el semen
de la locura 
sobre una tierra que tiembla bajo sus pies
dactilares
e imaginan la estampa 
de un futuro cadáver
amarilleando el virtual y demacrado asfalto.
Sacuden de sus huesos la nostalgia,
y se dan a la fuga
en el preciso instante en que empieza a sangrar
 la tinta
del último suicida. 



jueves, 24 de octubre de 2019

Función de noche



Cada vez que te marchas se cierra la flor
del instinto
y no me queda sino esperar a que la noche 
hipnotice mis párpados.

 Trato de asesinar 
la telaraña letal del silencio
  pero una colección de insectos moribundos
acuden a engrosar sus entrañas.

Se reabre el telón:

Estoy sentada al filo del abismo,
soportando 
la distante embestida de unas lámparas frías
que simulan ser ojos
(¿Por qué compré dos ojos 
que simulan ser lámparas apuntando 
a mi cráneo?)

Pasan frente a mí las horas en una danza 
inversa;
pasa tu cuerpo por el mío, pasa tu lengua 
por mi lengua;
pasan muertos muy vivos, cadáveres de estrellas;
la luna entra en mi cuarto
oscuro,
luego acude la ya lejana infancia a bendecir  
  mi cuello  con guirnaldas 
de ponzoñosa miel.  

Se cierra el telón.

Abre el silencio la puerta:
No estás.

Los ojos de nadie siguen acribillando
        la sombra que habito

 

lunes, 7 de octubre de 2019

Espectro

   Cada vez que la miro
   me interroga 
   con su pálido silencio.
   No le importa el color de mi fatiga
   ni si el reloj apunta en ese instante a mi cabeza  
  con flechas  rigurosas.

   Presiente que anhelo su mágico tacto,
   que logrará reflejar casi toda mi sombra  
   en sus pupilas   espectrales
  
   “Ven...
    deletrea en mi cuerpo cada uno de tus sueños, 
    pisotea este letal vacío
    con dedos incendiarios.
    Sobre  mi piel tatuada de negras avenidas
    vibran flamantes signos 
    que se pliegan a los caprichos
    de tu voluntad”.
    
     Y mis manos se dejarán seducir 
     por su plástico tacto
     e irá gestándose, a golpe de palabras, 
    una  extraña criatura.

    Todavía no puedo adivinar
    la compleja mimesis de sus iris.
    Visualizo la luz enredándose en una piel de tinta,
     una sombra que escupe silencios
     a un espejo blanco...

    Morirá de otras muertes, sangrará
    en otras venas 
    y  brillará una gloria fugaz
    en su frente,
    antes de aletargarse para siempre
    entre las rocas de esa playa de olvidos 
   donde acaban naufragando
   los poemas. 

    
     

jueves, 26 de septiembre de 2019

Nostalgia

Nostalgia, vieja amiga:

Últimamente resbalas de entre mis dedos,
a pesar de que el reloj  sigue bombeando con tu música maldita
las esperas.
Existen evidencias que se filtran entre las raíces
de aquello que callamos veintitrés horas al día
para no despertar a los chacales.
Los retratos palidecen mientras nos  contemplan 
como a legajos petrificados de tiempo
sin memoria,
y hasta las sombras que nos interpretan
se destruyen en su absurda transparencia. 

No te he contado que entierro tu corazón
entre las cuatro insípidas paredes  de nuestra vieja casa,
que es la tuya.

Allá fuera,
la vida transcurre como siempre.
Laboriosas hormigas
recorremos imparables, las aceras 
grises e inhóspitas 
de una ciudad que casi nunca duerme.

No te he contado
que últimamente agonizan los bosques 
en el fuego de la ambición extrema.
A su funeral acuden vampiros
a roer ferozmente sus entrañas.

La ficción se pasea a menudo por las calles, 
sube a los estrados, a los púlpitos.
Se contonea en plazas y mercados
        donde incendiarias lenguas
estampan  palabras de oropel
en los oídos de la muchedumbre.


Yo, bien lo sabes, sigo conversando a diario con el dios 
de los pájaros.

He aprendido a no echarte de menos
 demasiado .

Convoco cada noche
a los perros del silencio, para que acudan a lamer
las ausencias,
mientras saboreo lentamente la espuma
del último poema de amor
que se ahogó para siempre en el mar 
  de mi garganta. 

miércoles, 11 de septiembre de 2019

El poema que jamás concluiste


¿Recuerdas el poema que jamás concluiste?
 comenzaba igual que casi todos:

El destino sembró espuelas sobre el cielo esa noche
en la que rugían de hambre los tractores.
Tú no eras más que un amasijo de carne y sangre unidas             todavía
al cordón umbilical de la nada.

Los búhos afilaban su mirada, intuyendo
bajo la superficie de la tierra
un huidizo temblor.

Ya entonces, el grito de tu recién nacida voz 
        era una herida abierta
sobre la blanda carne del futuro.

( luego continuabas desempolvando pálidos recuerdos)

Añorabas tu casa;
tu patria era del color de sus ojos.

( la tormenta del destino se cebó con tu signo)

El viento trajo consigo ubres negras y fósiles de sueños.

( Te lo advierto:
(¡deja ya de hurgar en el vientre del pasado con uñas de nostalgia!) 

Empecemos de nuevo:

¿Recuerdas el cuento que jamás concluiste?

Erase una vez una niña que jugó con su sombra;
la sombra se encogía  y agrandaba, 
 se filtraba lentamente cada noche por la sal
de las lágrimas...

(No, nada de lágrimas) 


Érase una vez una niña que jugaba a domesticar su sombra,
un invierno salpicado de flores encendidas, 
y un verano que reventó con su luz quince otoños
de infancia. 

domingo, 25 de agosto de 2019

Profilaxis


Hoy es un día más, uno cualquiera
y tus párpados siguen imantados a la noche.
Presientes fuera una luminosa madrugada,
pero el cuerpo se resiste a obedecer la odiosa disciplina
de la mente,
y sigue doblegado al dulce delirio de tu último sueño
inconfesable.

Por fin consigues levantarte.

El espejo te devuelve la mirada de una mujer
que apenas reconoces.
Identificas tus manos derrotadas,
tu actitud lunicida.
Gestos a la deriva,
como pecios amargos de un naufragio.

Te desperezas,
tratas de conectarte con el mundo
a través de las páginas de un periódico local,
como si la realidad cupiera en un pedazo de papel
y el dolor fuese materia desechable
(¡Ah, si pudiéramos incinerar la rabia
y la impotencia y arrojarlas al cubil del olvido)

Con el primer café del día humea
el hedor de la condición humana.
La oscura tinta se desangra tácitamente ante tus ojos.
Medias verdades bailan un vals triste,
solapadas por un silencio delator.

-Nada de esto debe afectarme demasiado-
susurra
la voz en off de tu conciencia,
mientras sigues devorando una sabrosa tostada.

Y, para resarcirte de tanta destrucción,
vomitas tus delirios en un blanco lienzo
inflando así las velas de tu ego,
y te lanzas al turbulento mar
de un profiláctico poema
cuya grandeza - bien lo sabes-
no sobrevivirá a la madrugada.


miércoles, 17 de julio de 2019

Hermanos


Es curioso cómo el tiempo nos ha permitido
dispersar
la mendicidad de los recuerdos,
sobrevivir a este viejo altar de sombras
que apretaba la garganta del temor aquellos días
en los que apostábamos 
contra la desesperación.

No sé si has observado las grietas recién abiertas
en el aire;
si has contemplando la caída
de una vieja columna de reproches
cediendo ante el peso inexorable
de la vida.
No sé si comprendes
esa vieja ley que reescribe el destino
y  demuestra
que la distancia entre nosotros
es inversamente proporcional
a nuestra infancia.

Ahora que sus ojos azules no señalan el sur
de la infelicidad,
que no se vuelven densos, como una mala noche,
los silencios,
el destino cose tu lengua
al descarnado aliento de la parca.

Ahora que tus miedos se tumban en la cama
de mi mano tendida,
puedo experimentar, al fin,
toda la dimensión de la palabra
“hermanos”.

viernes, 5 de julio de 2019

Incertidumbre




Se acercaba la hora.

Habías visualizado una y mil veces ese instante crucial
en tu mente.

Te protegiste a conciencia,
desempolvando del arcón de los recuerdos
el disfraz de una sonrisa
como de media luna desvaída.
El paracaídas de almibarados instantes compartidos,
viejos sueños en pie de guerra
consumidos en tu juventud
 atenuarían la conciencia 
de tu desnudez.
La muleta
de dos o tres frases hechas
ayudarían a camuflar 
la indefensión. 

Tras una  escueta y silenciosa plegaria a los cielos,
estabas preparado (lo creías de veras)
cuando alguien te llamó por tu nombre.

Al fin se abrió una puerta 
blanca
como la inocencia. 

La sangre aceleró sus embates
contra el acantilado de tus venas,
intuyendo que las palabras más temibles casi siempre fluyen
dulcemente.

Y te sentaste en la metálica silla de un austero despacho
a esperar la sentencia final.
Cataratas de frases apenas comprensibles
caían en cascada de su ronca garganta. 

-¿Diagnóstico, doctor?
- Incertidumbre.  

De pronto lo supiste:
 un camino arduo, intrincando, solitario, te conducíría a la batalla final
contra la temible fiera
del destino. 




domingo, 26 de mayo de 2019

Los peces subterráneos



Amanece
y sigue anocheciendo entre mis sábanas.
La soledad mantiene aún su aspecto 
de hiena adormecida,
Amanece
y descuelga del techo de mi cuarto 
una tela de araña, 
y una mariposa blanca como la muerte 
se enreda entre sus hilos.

Amor,
hemos estrangulado cientos de amaneceres
con nuestras propios miedos, 
apuntalado el viento para que no disperse 
los huesos del ayer,
pero la vida bulle del magma que alimenta 
a los peces subterráneos.



Mejor mordisquear la tentadora carne 
de un cálido futuro,
dejar que se desangren las sombras
que nos velan,
aguardar
a que el presente arroje 
al muladar del tiempo
sus excrementos ácidos...

Hay silencios que envenenan el agua 
y palabras de fuego que la tierra devora.
Hay polillas que incendian sus alas
cuando el viento las besa,
y termitas de luz para cada palabra 
que no sabe gestarse más allá de las venas.



domingo, 19 de mayo de 2019

Alrededor de la luz de la materia muerta



Mi entrañable enemiga:
no sé por qué te escribo esta carta-poema,
habiendo tantas cosas importantes por decir, 
tantas cosas...
verdades que se ahogan en lagos profundos
de silencio.
Me ha conmovido tu agónica silueta
sobre el entarimado de la soledad.
Pateas y pateas sin piedad el vacío,
tratando de voltear la muerte, suplicando con gesto
desesperado
un milagro improbable,
percibiendo tan solo la aséptica frialdad
de un blanco cielo de escayola.
Vieja desconocida,
¡como echo de menos
tu huella en los cristales de mi infancia!

¿Recuerdas cómo te odiaba entonces? Cuando revoloteabas, desafiante, a mi alrededor y encendías con tu soniquete mi furia, y yo trataba de aplastar tu alma, o dentro del fresco patio, cuando ardía el verano y te acercabas, sigilosa, y compitiendo con nosotros, los humanos, tratabas de degustar la fruta fresca, la suculenta carne recién horneada.

En mi ingenuidad no comprendía
el nexo que, inevitablemente, nos ligaba.
Tú, como yo, zumbamos
de tarde en tarde
alrededor de la luz de la materia muerta,
nos alimentamos de sus restos
cuando la vida no da más juego, no da más
que un pobre pasaporte a la nostalgia.
Las dos percibimos que nuestro destino
es arañar el aire sin tregua, tratar de perforar
los agujeros negros que presagian la muerte.
Mi odiada amiga:
busquemos una casa en donde refugiarnos
del frío que atraviesa los cristales
de la incertidumbre ,
de la química lluvia que se filtra
en las venas
para evitar el oscuro beso de la parca,
de los túmulos blancos
donde se posa el miedo.
¡Cómo nos parecemos tú y yo,
desesperante insecto!
Cuánta felicidad, cuanto dolor
no habremos compartido,
mi furibunda, vital, zumbona y trágica
enemiga.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Fragmentos de memoria en blanco y negro

                    I
Si pudiera recomponer tu rostro, Albar,
sedar  con mis manos
tus doloridas vísceras,
colorear
la tez amarillenta de un rostro lacrado
tantos siglos por la cera del olvido,
hasta seguir la órbita estelar de una sonrisa
que atracó para siempre en  el puerto
de tu inicial más pura...
Pero solo encuentro despedazados jirones
de existencia,
fragmentos de memoria
que no lograron jamás sumar un solo cuerpo:
el tuyo. 

                 II
No lejos de ti, 
emergía una ciudad en blanco y negro,
una ciudad donde devotas sombras
cultivaban un hongo amargo
y daban de comer
su hiel
a las palomas.
Gárgolas de puño envuelto
en terciopelo 
cincelaban  los huesos
de la ira.

              III

Un roble sostenía los muros del ocaso,
sus raíces arraigaban la templanza 
en las venas oscuras
del silencio
cuando la tarde acallaba sus sollozos. 

              IV

Mi crimen fue fundirme en el magma
de una muerte aparente, 
disimular con un tamiz de calma
todas las cicatrices.

                V

El viento se alió con el agua 
y una luna de julio esparció
su cálido fuego
sobre mí.
Una luna de julio
se sumergió
en mi ángulo de sombra
y hoy le debo aquello que mi carne
no puede interpretar. 
Atrapo 
la ternura de un gesto, cubro
con ella las ausencias,
y me envuelvo 
en su caparazón iridiscente
cuando la noche aprieta
mi garganta.

jueves, 25 de abril de 2019

El sabor de la lluvia


Nunca quisiste huir: 
la libertad tiene sus riesgos,
y hasta es más cálida la muerte 
si uno asume que su destino inevitable es endulzar
la nada, 
mirarse ciegamente en el espejo
imaginando pájaros ajenos,
saltar de un palo a otro de tu incómoda prisión, 
columpiarse en los alambres
de un destino miserable,
y dejarte seducir de vez en cuando 
por alguna que otra voz
de terciopelo.

Desde el instante en que se incendia la mañana,  
las serpientes anidan en los comederos 
de tu soledad.

Una fiebre desconocida se apodera de tu alma 
de gorrión.

Retas al ruiseñor, bates tus alas
ávidas de viento 
sobre la sombra que te crucifica.

Nunca quisiste huir:
desconoces el sabor de la lluvia
en tu garganta.
Ignoras ¡pobre infeliz!
que  unos cuantos metros, apenas, te separan
de la eternidad.

lunes, 15 de abril de 2019

Resurgimiento

Hoy creo un poco más en el milagro 
de tu cercanía.
Vi resurgir tu rostro recién naciendo del vientre
de un poema,
como si tras la apariencia de la muerte 
te hubieras fundido en las palabras, 
en aquellas que van engendrándose a fuego lento 
desde los hondos pozos de la verdad.
Como si tu cabello de sirena echase raíces 
en la piel desnuda de los versos. 

Tú siempre aguardabas el relámpago, te entregabas, 
te entregas 
al fuego de un pálpito vital que mañana mudará de piel 
y de promesa, 
tienes fe en el éter que se disipa con el  viento 
de la noche,
apuestas tu corazón a los dados
y  ganas siempre, y siempre acabas  bailando
con tu desacostumbrada soledad. 

Porque la palabra siempre te amó, 
como te amamos todos, mi loca hermana, 
y ahora, cuando te supe ya perdida
para siempre, me hablas desde el fondo de un silencio 
en el que los cuerpos se disipan, desdibujando
mil interrogantes, 
y tú les respondes a todos ellos
en un idioma de locuaz eternidad.




domingo, 7 de abril de 2019

Donde los perros se suicidan


Si me quedase un gramo de esperanza, o un mínimo resquicio
de cordura,
o, acaso,  pudiese alimentarme de oxígenos lunares,
 negaría cada una de las muertes 
que rondan los pasillos de mi casa:
muertes que perfuman de sombra los armarios,
muertes que hacen el amor con mis demonios,
muertes que clavan su lengua en mi garganta...

Si mantuviese vivo un hilo de inconsciencia 
y no degustara la ceniza que desprende este silencio mío
cuando tiembla
al masticar la soledad,
podría creer en mí cuando te marchas,
pensar
en la nada como un postre que endulza
los fracasos, las ausencias;
olvidar
que en la orilla opuesta
a tu piel
arde una fría hoguera de certezas,
un vertedero de signos enfrentados
donde arrojan sus babas los mendigos
de luz,
donde, tarde o temprano,  los perros
se suicidan.

jueves, 28 de marzo de 2019

Cuestión de perspectiva



Quién nos iba a decir que todo era cuestión 
de perspectiva.
Desde el ángulo opuesto a mí misma no lograba encontrar rastro
de tu sombra,
tan solo percibía el quejido ronco de la desesperación flotando 
en el vermouth de los domingos
o tropezaba con los pies de tu orgullo 
y caía de bruces al suelo
manchándome las manos
de impotencia.

Jugamos a recorrer el mundo en cien metros cuadrados,
dimos trescientas sesenta y cinco veces siete vueltas 
a la misma mentira
hasta que las distancias inflamaron el profundo oleaje
de la soledad.
Entonces pude verte por primera vez desnudo sin la cera 
del miedo.

Ahora que el animal oscuro apacigua sus garras
y se tumba en tu pecho,
un halo frío se acerca a susurrarme palabras de metal,
a desposeernos del árbol arrancado con esfuerzo
a la infancia.

Quién nos iba a decir, hermano,
que nuestra casa era un nido de barro
al que pudrió la lluvia,
que todo cambia sin saber cuándo ni cómo,
ni por qué.

Quién nos iba a decir
que todos los esfuerzos, que todos los suicidios,
caerían al abismo por sí solos;
que el tiempo poda las raíces más profundas.

Que todo es simplemente cuestión
de perspectiva.

jueves, 21 de marzo de 2019

Cariátide




¿Qué haces aquí?

Este aséptico rincón no combina
en absoluto con tu falda,
ni con la media sonrisa que compraste
de saldo
en las últimas rebajas de febrero.

Es extraño,
tú,
que te mimetizas a diario
en una somnolienta blancura,
que pulcramente ensobras lágrimas
ajenas
y las archivas en azetas
de olvido,
es extraño
que no hayas sabido digerir
el hierro de un silencio incómodo
bañado en suculento caramelo.

Una mirada torva,
silencios en los que descarrilan mil trenes
de asfixiante derrota.
Luego, una palabra-dardo
brota muy lentamente de la ronca garganta,
y con ella los virus del temor se propagan
por las frías paredes,
metastatizan en el trémulo cuerpo
que bruscamente adelanta su sombra.

Y tú, tratando de abarcar con tu mano
todos sus precipicios,
comprendes que no hay muro que pueda protegerle 
 de la hoz del destino
( tú, que sueñas todavía con acróbatas de humo
y lunas incendiarias;
que ingenuamente te repites a diario:
no hay muerte
 que no pueda desgarrarse
con los dientes de un amanecer,
y esta frase te calma como un mantra
que consuela tu frágil esqueleto)

Solo puede salvarte tu vocación de hormiga,
tu imperturbable alma de cariátide acostumbrada a sostener
sobre su cabeza
el atlas
del vacío.



domingo, 10 de marzo de 2019

Huelga indefinida de Nostalgia



Escúchenos atentamente, hermana,
y no se altere, por favor,
ni pretenda juzgarnos mal por ello.
Es tan difícil dar este paso
después de tantos años al servicio de su voluntad:
hemos decidido
darle punto y final a sus caprichos.

Nosotros, sus leales lacayos,
Nos hemos declarado en huelga indefinida de Nostalgia.

Por tanto,
no se obstine,
no vamos a seguir escribiendo los-versos-más-tristes-esta-noche-
porque las pesadillas se hayan cebado con el caparazón de su memoria
ni le disparemos dardo alguno a la luna
ni vamos a permitir frases tales como:
el silencio es un árbol de raíces antiguas
solo porque la vida no le ha tratado bien.

Estamos ya muy fatigados de tanto dar vueltas alrededor de la noria
de la melancolía.

Escúchenos bien (y esto sí es una amenaza):
Nos hemos convertido en una tribu implacable, devoradora de tragicomedias enlatadas,
de discursos lastimeros enfangados en los charcos
de la mediocridad.

Así que, por favor,
cuando sienta la necesidad de levantarse a las tres de la mañana
y poner en marcha la cuerda de su “impulso creativo”
vuelva a su cama y duerma.
Trate de contemplar la vida
con los ojos abiertos;
quítese de una vez por todas las espinas y arrójelas al mar
del desconsuelo.
Piense en el mundo como un lugar hermoso en el que no cabe apenas
el dolor, la traición o la mentira,
y cuando vuelva a golpearse duramente contra el hierro 
de la realidad,
y se sienta abatida, resentida, dolida …..
tómese un buen trago de whisky , háblele a los gatos de la calle,
o devore un buen libro.

Por favor, no vuelta a despertarnos.

No permita que cale la tormenta en nuestros frágiles huesos.
No nos arroje así, desnudos, indefensos,
a las tortuosas avenidas 
de un poema.



domingo, 17 de febrero de 2019

Nadie nos dijo...



Nadie dijo que fuera fácil
ganarle la partida al reloj
y sostenerse en la cuerda floja
de los sueños;
ocultar bajo el felpudo el hedor 
de los números;
arrojar por las escaleras de tu mente 
las facturas, los gritos de tu jefe, las cartas comerciales;
guardar todas las horas tejidas a golpe de teclado
en el apolillado cajón de la rutina.

Nadie dijo que fuera fácil
recomponer el rostro ajado
de la noche
mientras conversas con tu soledad,
y ametrallas un lienzo en blanco
cuando te vence el ansia
de vomitar el mundo
a través de las yemas de tus dedos.


No resulta sencillo encender una hoguera
cuando la tarde sueña
con apagar sus párpados.

Sin embargo, amor,
cuando vienes a verme
y traes contigo la niñez y el incendio,
cuando abro las puertas de mis venas
al duende adolescente que brinca en tus pupilas,
los perros de la noche dejan de ladrar 
a todos los abismos;
mi cuerpo recupera su latido
de infinitas pulsaciones
por abrazo.
Aprenden a danzar como niños
nuestros cuatrocientos doce huesos
juntos,
y mis incontables inviernos
y tus cincuenta y tantos veranos
logran fundirse en compás
de veinte y veinte.

Por eso, amor, hemos sumado luces
a las sombras que nos acompañan,
aprendiendo a esquivar las trampas del dolor;
burlando, con pasitos torpes, las esquirlas
del tiempo que macera nuestros pasos.