lunes, 20 de julio de 2020

Rebaño




Vuelve al redil:
manos disciplinadas por la monótona música
del tedio
rictus incipiente, solapado por una verde y pálida
mordaza...

Vuelve al redil
- un tercio de tu vida mordisqueando los mismos pastos
con tus dedos -

Tú, que un día decidiste inventar un nuevo compás
que apaciguara los golpes de tambor
que secundan tu apocado corazón.

Tal vez
una inmadura rebelión pugna por estallaros
en los huesos.
Pero calláis.
Los lobos os custodian día y noche
para que no extraviéis vuestras pisadas.
Mirad a lo más alto:
magnéticas nubes desean atrapar
la candidez de vuestros ojos miopes.

Todo sigue igual que ayer
tras el vano cristal de lo aparente;
todo sigue igual que hace mil años:
la muerte, el dolor
-hasta el no olvido-
siguen viajando
en microscópicas partículas
de sombra.

No os preocupéis, balad plácidamente
en la plana magnitud de vuestros cerebros
animales.

Bajo el suelo, las hormigas siguen devorando sin piedad
la savia de un árbol centenario.

lunes, 13 de julio de 2020

Espejo




No me mires así.
Tenía que intentarlo,
esbozar con mi silencio un continente
ajeno a tu locura.
Trataba de esquivar a duras penas
un deja vu incendiado
de espectros, consumido
por cerúleas espinas, por letanías absurdas
de decrépita infancia.

Tuve que cobijarme bajo la sombra de algún árbol
talado
para no escuchar una vez más el zumbido
de los avisperos del adiós

¡Cuánto he echado de menos
la melífera hiel manando de los pechos
del tiempo!
El azúcar glas de la memoria
cuajando una vez más en mi taza repleta
de nostalgias.

No me juzgues, 
si no fuiste capaz de seducirme
con inflamable aliento.

El vacío se  hizo un hueco entre mis sábanas,
y un virus que solo infecta la ilusión
se filtró por las rendijas del cansancio.

Tú te fuiste en el último tren
de mi desidia.
Hoy te llamo, y vienes a abrazarme,
y me embadurno
de tu sangre inabarcable.
Te observo
 mientras me desconozco más que antes,
bucean mis dedos
en la misteriosa espuma 
de tu vientre.
 Mi voluntad se expande en ti, poema,
 muta, escupe sus espinas
 para suicidarse una vez más
en el oscuro lecho
de tu lengua.