miércoles, 1 de mayo de 2019

Fragmentos de memoria en blanco y negro

                    I
Si pudiera recomponer tu rostro, Albar,
sedar  con mis manos
tus doloridas vísceras,
colorear
la tez amarillenta de un rostro lacrado
tantos siglos por la cera del olvido,
hasta seguir la órbita estelar de una sonrisa
que atracó para siempre en  el puerto
de tu inicial más pura...
Pero solo encuentro despedazados jirones
de existencia,
fragmentos de memoria
que no lograron jamás sumar un solo cuerpo:
el tuyo. 

                 II
No lejos de ti, 
emergía una ciudad en blanco y negro,
una ciudad donde devotas sombras
cultivaban un hongo amargo
y daban de comer
su hiel
a las palomas.
Gárgolas de puño envuelto
en terciopelo 
cincelaban  los huesos
de la ira.

              III

Un roble sostenía los muros del ocaso,
sus raíces arraigaban la templanza 
en las venas oscuras
del silencio
cuando la tarde acallaba sus sollozos. 

              IV

Mi crimen fue fundirme en el magma
de una muerte aparente, 
disimular con un tamiz de calma
todas las cicatrices.

                V

El viento se alió con el agua 
y una luna de julio esparció
su cálido fuego
sobre mí.
Una luna de julio
se sumergió
en mi ángulo de sombra
y hoy le debo aquello que mi carne
no puede interpretar. 
Atrapo 
la ternura de un gesto, cubro
con ella las ausencias,
y me envuelvo 
en su caparazón iridiscente
cuando la noche aprieta
mi garganta.

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