domingo, 10 de diciembre de 2017

El tiempo sumergido


Solo a ti puedo mostrarte abiertamente el latido
del tiempo
sumergido
hoy, que mastico sal de ausencias
mientras trato de tumbar este silencio
descastado:
te confieso,
¡qué difícil escudriñar los túneles
del ser!
contemplarse en el reflejo impío
de la desnuda verdad
un domingo de plomo, como este,
en el que resulta altamente improbable
escapar
del acoso tenaz
de cada sombra.

Acaricio el teclado
dejo que mis manos emprendan un camino
balbuceante a la palabra
 estas manos, que a diario se apacientan
de sílabas raídas
tras un mostrador abierto
al devenir de la existencia,
de una existencia
que no logra
apaciguar ajenas lágrimas,
tumbar al miedo
con puños de seda
(puños de humo
en un ring
inevitable)

Una calle de hospital me reconoce;
sabe de mis luchas, mis fracasos,
mis peleas contra el ácido gris
de la monotonía
allí donde otros lloran, se fatigan,
esperan y esperan, y esperando
echan un largo (o corto) pulso
con la vida.

Hoy, un día cualquiera
de un domingo cualquiera,
expongo mis venas abiertas
a un sol niño;
vuelvo a creer
en el dios
de una llama fugaz,
en la morfina de tu nombre,
en un gesto paralelo a la locura
que libere de avispas 
el cansancio.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Otra cosa que amor


No fue otra cosa que amor:
el beso amargo
de aquella despedida;
esa cama cruzada en el  verano
que ya no regresó.

La punzante memoria, mordida por los perros
de la razón
seccionaba la infancia;
ellos coreaban mi sudor con su sangre,
pero era amor, sin duda.
No era otra cosa que amor.

Un viento de lustros con aroma de espinas despertaba
mi alma
e iba sembrando a golpe de nevada un amor
descastado.
La ignorancia era ciega, por ello tenía cierta dosis de candor
en sus venas,
y las mías se llenaron de encapsulado amor.

Luego llegaste tú, tú, tu gesto vivo, tu saltarina risa,
el río de tu sexo,
la infantil gravedad de tu sombra
lunática.
Y todo desbordó,
todo se hizo ligero desde entonces: mis pies, el cielo herido, la fiebre
del olvido...

Viene otra vez la noche,
se acerca de puntillas a silbar en mi oído
algún naufragio,
y las preguntas afilan su guadaña, cercan los muros
que me salvan, se retuercen en el abismo
de un poema;
y todas las excusas, y todos los suicidios se pudren en la cera
del tiempo compartido;
y no sé si es amor, pero si estás conmigo, el dolor es un duende 
famélico
que huye 
maldiciendo mi suerte 
cada vez que me abrazas. 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Siembra



No te dejes caer,
aunque el silencio hiperventile enigmas e imbricadas
esperas.
Teclea el azar, que de tus dedos eche a volar
un nombre;
deja soñar a la palabra
mientras
desmientes sus cenizas
y observa como la carne de la luz va consumiendo
lentamente
la tristeza,
cómo van perfilándose en el aire
las dos caras de Jano.
Sonreíd, colmillos, sonreíd, mientras rumiais
serpientes:
os devuelvo vuestra oquedad mortal.
No me alimento de rumores; no olisqueo la muerte,
ni el miedo.
Solo devoro la piel de una estrella, le miro sus manos,
la sangro
la siembro en la noche
                    y espero...






sábado, 14 de octubre de 2017

Sobre flores amarillas




Me pides que libere al animal herido
en mi costado,
que embalsame su ira con viento y azucenas,
que arroje dócilmente en cada aniversario
lágrimas sobre flores amarillas.
Me pides que aborte la tormenta alojada
en las venas,
que salude con salvas al abismo, e injerte un rostro ingenuo y joven en las raíces
de nuestra identidad.
Olvidas el  “ Adiós” que jamás
fue pronunciado,
que jamás lo será,
la pregunta lanzada al aire que retorna como un eco sordo
a los labios,
labios
que frecuentan las polillas del insomnio cada noche y desgarran las uñas
de un “por qué”.
Pides y pides sin decir... y sin decir respondo, y me desnudo 
a medias silbando
una balada de grillos
a la noche,
embozando la palidez terrible de los días

bajo la austera manta del deber.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Se me está secando un río


Siento que se me está secando un río -te dije
mientras  iba tejiendo de amapolas la tarde -

Y tú me desnudaste de nimbus con un beso.

Ardió la noche luego
y la mañana trajo a mi lengua ausencias,
pecios de infancia,
detritos de raíces
y algún que otro naufragio.

Átame al viento, amor, para volar contigo,
porque
aquí solo hay barro,
porque ya la memoria no es una estampida
de quebrantos.
Porque la torre del adiós
ha vencido
 y siento que se me está secando un río.

domingo, 27 de agosto de 2017

El número perfecto



Hoy puedo describir el rostro de aquello
que no vi,
aquello que callamos, lo que no se menciona.

Preparábamos juntas un altar a diciembre,
pero siempre llegaba desnudo, en los huesos.
Recuerdo
los días previos, sus augurios de incienso,
tus pisadas nerviosas por el triste pasillo
de la desesperanza; su sosegada voz, acostumbrada
a navegar a tientas sobre el mar
de las pérdidas...

Recuerdo, sobre todo (y esto es  cierto)
que dos y dos jamás sumaban cuatro;
 una fracción de él, revestida de un cuerpo
fatigado
y confuso
acudía al encuentro,
el resto se hacinaba junto a las risas cómplices
de extraños en tugurios que bullen sobre brasas
de cielos extinguidos.

Pronto vendrá diciembre -decían tus labios-
y modelabas tu verdad con el barro de algún deseo
agónico,
y él mientas daba dos o tres vueltas
al abismo para huir
de los largos brazos de diciembre,
de la irónica intersección del deber
familiar,
de sí mismo,
de su sombra de fieltro;
y en la primera copa del penúltimo olvido
brindaba por la inexactitud
del número perfecto.






domingo, 6 de agosto de 2017

Raíces de cristal



Desplegaba su absurdo equipaje
en la canícula de las horas que anticipan
relámpagos.
Ataviado de orgullo,
vapuleaba la espera, incendiaba los ritos.
Descarrilaban en sus labios
las palomas.

Ellos no comprendieron jamás
la rebelión, el grito absurdo, la redención
de los leprosos.

Y la botella de la decepción esparció en el silencio
su líquido lamento
 al ignorar el invisible tacto, la densidad exacta
de la herida.

Ahora
que hemos podido mirar cara a cara a los lobos
del abismo,
creemos que es posible reparar raíces de cristal,
que es posible talar uno a uno los siniestros árboles
del bosque que nos condenó
a desconocernos.




sábado, 15 de julio de 2017

Balada blanca



Perdonad este trance de nadie, este silencio
quebradizo
que me pronuncia en humedales
de quimera;
esta balada blanca
que sutura las melladas hebras de mi voz
limpiando la memoria
de esqueletos.

No temáis, no me impulsa su música
a morder la boca
del olvido
ni el deseo de triturar
dígitos de fuego
ni la culpa, ni el miedo de morir
en la radical infancia
de los Nombres.

Simplemente supuro ausencia
como el vacuo ojo de un pez
que desconoce aún el tacto afilado
de unos dientes
en su carne.

Nado a contracoriente
de la memoria suicida;
a los días que silencian la voz
de las saetas,
a los tiempos primeros en que desconocíamos
el dolor que profieren
sus agujas.








sábado, 27 de mayo de 2017

La mujer nenúfar



Si la vieras:
tiene tu voz de páramo,
idéntica simiente gris
en la mirada,
el mismo gesto herido
de gacela.
Muchos más pájaros, menos pozos
que yo.
más relámpagos, menos niebla,
más infancia en las manos.

Si la vieras, madre,
rozar con su piel el jazz
de los pronombres,
florecer vivaz en lechos
de agua,
mordisquear un pan de olvidos
palpando a tientas el belfo
amarillo
de la muerte, besándolo sin piedad,
domesticando el grito...


Hay algo tuyo en la mujer-nenúfar:
una hilera
de rebelde tristeza;
corpúsculos de huidizos ayeres;
grisazul infinito
enredado en el ramal de la sangre,
sal de ausencias
que se tornan memoria
al mirarme.

lunes, 1 de mayo de 2017

Jaque Mate


La aguja del reloj hiere el silencio.
Es la hora -se dice-
de truncar lentamente la calma
e invertir el flujo de la sangre
al presente.
El peón se levanta, 
un pálido temblor se amotina 
en sus gestos.

El alfil negro le bloquea
los sueños:
la reina
zizzaguea al andar, simula no encontrarle;
al fin azuza el fuego de sus pies
derrotados,
le seduce con su falsa blancura.

“Sube a la negra torre del sacrificio”
“Sálvanos con tu muerte”.

Ella y su regia cohorte
de aduladores cuervos;
ella y sus caballos
de ira,
sabrán dar buena cuenta de tu sangre
cautiva, domarán las manos con que amasas
el pan
que alimenta su ambición
desmedida.

Jaque mate:
ahora estás sometido por mi yugo.
Eres Nadie.
Soy la diosa del Caos, el Poder,
la Ambición
que te aplastan.






lunes, 24 de abril de 2017

De carne y sueños


Desfilaban
uno tras otro,
sin permiso,
sin tregua:
dulces, etéreos, cómplices,
azul-lamento algunos;
electrizantes, boreales,
audaces,
vertebradores de luz los más;
los menos, embriagados
de arsénico.

Todos ellos te amaban,
arrojaban a tus pies sus temores,
se atrincheraban tras la cálida sombra
de algún gesto tuyo,
alquimistas fugaces de mi exilio
perpetuándose
en un crisol de futuras ausencias.

Hoy reclamo sus melíferos huesos
vengo a sus tumbas con flores
antiguas,
evocando mi patria perdida,
destejiendo latidos, pronombres,
risas y llantos, condenas y gozos.
Eran de carne y sueños los días;
fueron niños
creciendo en mi seno.
Sucumbieron muy pronto a la muerte,
al hachazo
 de un tiempo metálico.

domingo, 16 de abril de 2017

Arena



Jugaba con arena,
modelaba
la tarde entre sus manos:
ahora una flor, un pájaro,
un paisaje,
algún velero,
bebidos de repente
por las olas.

Un misterio le salía al encuentro
en cada punto cardinal
del día.
Aleteaban sus brazos
bajo un cielo ligero
para luego buscar
el seguro puerto
de su mano.

Jugó con ella el tiempo
(el tiempo y ella, frágiles ambos,
ambos hechos de arena
y espejismos)
la modeló con tijeras de sombra;
le inventó un mar secreto
donde albergar las reliquias
de su infancia.
Allí naufragaba, allí nacía
de nuevo al mundo,
rebuscando en sus fondos amarillos:
una brújula, un sueño
carcomido, un ayer  no devorado todavía o,
simplemente,
la silueta pura, perfecta,
del amor.



lunes, 27 de marzo de 2017

Yo Acuso



No doy tregua.
Yo Acuso.
Soy quien husmea en su aura
de sombras.
Ven.
Sigue la flecha de mi gesto, afila
el hacha de tu lengua
en sus vísceras.
¿Qué es la verdad,
al fin y al cabo?
La verdad es una mueca 
del cielo, un espejo 
viciado.
Y ya hemos devorado suficientes
derrotas.
Llevo a la serpiente enroscada
en el hígado;
un dolor como a bilis nevada
en la sangre
del miedo.
Y tú me preguntas
¿para qué tanto incendio?
¿para qué tanta escarcha?

Simplemente
la muerte de la luz me alimenta.
Crezco
si vomito silencios
de acero.
Puedo hundir una flota
afilando mi odio.

Simplemente,
me hago fuerte ulcerando
la duda.
Simplemente,
 Yo Acuso.

sábado, 18 de marzo de 2017

Whatsapp?


Entren, señores, entren,
vendo palabras, sí, palabras:
edulcoradas, atrevidas, incendiarias,
vertiginosas, delirantes;
píldoras verdes contra la soledad
aquí,
a un breve golpe de timón
de sus dedos.

Cuelguen a la entrada
toda Identidad, vacíen los bolsillos
de sus neuronas y
relájense. 

Vendo palabras: blandas, simples,
ácidas,
aliñadas con imágenes,
solitarias como islas;
casi todas
frugales, casi todas 
desleídas en el vaso 
del tedio 
de un domingo cualquiera.

Palabras
para  todos los abandonos,
para casi todos las muertes.


No se preocupen, son inocuas:
les cortamos las alas,
las vacunamos contra la rebeldía.
Ustedes solo deben elegir
qué temor achicar,
de qué silencio huir,
qué verdad enterrar.

Pasen y vean, señores,
envíen y reenvien auroras
boreales, bits, bytes, megabytes,
deslices,
gigas,
humo.

Diviértanse, 
imaginen, 
olviden 
y, sobre todo,
no dejen de reír.

Jueguen a disgregarse
en su loca ingravidez.

Pasen y vean...






martes, 14 de marzo de 2017

Silencio



Juego a lamerte el alma,
a revelar la espina dorsal
de tu verdad,
y te acaricio
con preguntas anémicas;
temo tu adusta voz,
el acero cruento
de tus uñas clavándose
sobre el magma de alguna herida
abierta.

Desnúdate
para mí
esta noche:
te vestirán mis labios
con el altivo traje
de un poema.

Ah, pero tú sabes que me miento
al pensarte;
arde un latido oscuro en ti que apellida
una muerte prematura.
La bilis de tu aura enmudece
a menudo
mis manos,
que excavan, sin saberlo, un túnel
sembrado de serpientes.

Juega conmigo,
Silencio:
háblame en un lenguaje
indescifrable.

Demuestra al mundo
la banalidad de las palabras.



martes, 21 de febrero de 2017

Desconocidos


Estás tan cerca,
 y apenas te conozco;
hay algo, alguien, que interfiere
entre tu voz y yo: la escarcha de un rencor
antiguo, la caducada espuma 
del orgullo,
tal vez alguna que otra muerte
domesticada a latigazos
de silencio.

¿Quién eres? -te pregunto-
Soy yo, el de siempre – me respondes-
¿no me recuerdas?
Cargas mi sombra sobre tus costillas
desde la infancia
(desde la eternidad)

Puedes tocarme, estoy aquí,
a tu lado: carnal,
ausente,
apenas a un año  luz
de tu verdad.

Ven a buscarme
cuando me haya marchado.
Temo que llegues
camuflada bajo piedras
de ironía,
vomitándome el alquitrán
de una promesa.
Temo la luz que hiere
las palabras
que no sé pronunciar.

Hola y Adiós,
mi querida enemiga;
mi íntima 
desconocida.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Lázaro

                                         
                                                  

                                                                                A   Mar   
                                                                                    
                                                                            
Lázaro, ¿duermes?

Todavía es temprano.
Ven. Juega conmigo.
He amordazado a los perros
del silencio
para que no me despierten.

Es mi turno:
contraataco con el Tres
de Corazones
a este martes de Espadas
que se ha confabulado
con la noche.
El As de Picas acecha
en la espesura, afila su sombra
de ciprés
en nuestro cuello.
No le temas,
no sabe
de nuestros mundos 
secretos, de estas vendas
que protegen
mi ceguera cuando sueño
que sueñas, que habitas
en un lecho dulce y leve.

Haz leña del olvido,
tú, que has quemado las últimas naves
del presente.

Sueña, Lázaro amigo, sigue existiendo
para mí en aquél verano
donde aparcamos
nuestra juventud.




miércoles, 25 de enero de 2017

Se nos ahogó Venecia



¡Despierta,
querida hermana!:
se nos ahogó Venecia.

Sucedió ayer mismo,
siglos antes
de que tú te marcharas
para siempre.
(¿Recuerdas
el año- alud
en que rodamos cuesta abajo
del Adiós?).
Dijiste:
"he muerto, Rose".
No te creí.
Lo supe
el día en que Florencia
amaneció decapitada.
Pude reconocer
el abismo en los posos
del té
que no bebimos.
El hilo rojo que tejiera
la sangre
de nuestra juventud
agrió las rosas rojas
del destino.

Hoy quiero fundar Roma
sin ti (contigo);
beberme París a tu salud;
evitar que Venecia sea devorada
una y mil veces
por el águila
de las interrogantes.