miércoles, 30 de abril de 2014

Nota discordante


 















Me declaro nota discordante
en el pentagrama de la luz;
violin desafinado
trepando 

hacia las copas de un acorde
siniestro.

Me declararon piedra

un día
las estrellas,
y golpearon
mis horas disecadas
con un misil de nieve.

Me declaran camino
las agujas de un tiempo
que aún sabe soñar;
me declaran olvido
para confundir a los chacales
que persiguen sin tregua
el rastro de mi sangre
moribunda.

Me declara fantasma
esta sombra mía
que no cesa
de taladrar un verbo blanco
en cada pliegue de  ausencia;
que no cesa
de roer  praderas
donde intuye 
han de ser enterradas
las alondras
que hoy sobrevuelan 

del cielo
su esqueleto.

martes, 29 de abril de 2014

No despiertes...

 


















No,
no despiertes aún;
no despiertes del todo.

La tarde sueña
con cavar una trinchera honda
bajo el licor de tus venas
y allí enterrar
sus peces oprimidos.
No contemples
esa luz calcinada
que mendiga
en los suburbios de la melancolía
y es parábola de azufre
que corroe el balcón
de las esperas.
No hay que dejar al tiempo
posicionarse
en el ángulo fantasma
hasta sentir
que se comprime el gesto
y sus muecas deformes
invaden
los tejidos azules
del silencio.

No,
hoy no deseas volverte lluvia;
hoy solo quieres
ser hija de tus manos:
que hablen sin pensar,
que multipliquen el trigo
de su sombra
para que este sol ficticio
al que dotaste de alas
y bautizaste pájaro
no se deje sobornar
por la nostalgia.

martes, 22 de abril de 2014

El corazón en la palabra































Una espiga honda
se desgrana 

en el magma de tu pecho
alimentando 
la flor de la ceniza,
y de tus manos
brotan 

raíces enfrentadas,
verbos de arena,
olas ígneas
que despeinan de noche

la tristeza.

Vuelcas
el corazón en la palabra;
liberas un arpegio 

en cada gesto;
y mientras tus recuerdos
se tiñen 

de algas rojas,
una  ninfa eterna 

se despierta
y entreteje espinas de luz
bajo tus sueños.

sábado, 19 de abril de 2014

Hacerse isla




















Quebrar un puente
hecho de abrazos de tiniebla.
Quebrar de la palabra
su raquítica lengua;

incendiar
con sintagmas de azufre
cada molécula suicida

del silencio.

Hacerse isla
y que la fuerza centrífuga
del alma
escupa al cielo
el pecio seminal
de los fracasos.

Hacerse isla
hasta procrear víboras
de olvido.

Devolverá la tierra al mar
las albas muertas;
descompondrá su turbio aroma
en el gesto de la luz
recién nacida.

Hacerse isla
hasta que de sus rocas
broten pájaros.

Hasta dializar
del amor
sus capas lúgubres.









martes, 15 de abril de 2014

Pies de alambre












 












Tengo
alma de perro
y pies de alambre,
pies de alambre
para equilibrar mi sombra
obtusa.

Hablo
con la mitad de mi voz;
la mitad de mi alma
la presté 

a los pájaros lunares;
ellos devoran
la arcilla de mis huesos,
por ellos sangro
lágrimas azules
y conspiro
contra la madrugada. 

Soy
tilde rota
en el abecedario 

del invierno, 
y voy zurciendo 
mis dedos
a la cama acolchada
del poema,
dragando todas las venas
del silencio
para enterrar cada una
de mis muertes
o engrosar lenta, dulcemente
el cuerpo
de algún sueño raquítico.

Dadme
una tumba de palabras vivas,
una tumba de pétalos y olvidos
que puedan cobijar
este queso gruyere
de mi existencia.

viernes, 11 de abril de 2014

Pan de esperas






Abre tus ojos hondos,
que sus ráfagas
sacudan
las cortinas de un gesto 
anochecido,
que estalle
su pólvora lunar
hasta que al dolor 
le crezcan alas,
hasta que un deseo 
tatúe su lengua
en la  frente hundida
del mañana.

Un hachazo de luz
en cada verbo herido,
por cada vena de piedra
una campana
germinando    
en la palma de tu signo. 

A cada sombra
su pan de esperas blancas.

miércoles, 9 de abril de 2014

Cauce rojo


















Quién iba a suponer
que la serpiente cordal
cifró su antídoto, 
que bifurcaría
su lengua bífida
en los meandros del destino.

Quién iba a creer
que nos crecieron 
alas enfrentadas
estremeciéndose
bajo una misma arteria. 

Ya secaron las almas
su raíz unigénita,
el oro rojo 
se oxidó con la lluvia
y soldó en su cauce
un ocre arrepentido
donde nievan 
de tarde en tarde
cruzadas de relámpagos.

Y tú y yo
sabemos
que un lazo puede ser 
cuerda y abismo,
y soga de ahorcado
y esqueleto...

Que un mismo crisol 
no garantiza
que  la carne deba soldar
en un latido.


















sábado, 5 de abril de 2014

Amanece...



















Despierta:
            ya amanece. 

No caves
tan honda la fosa
del olvido.

La noche aún está lejos,
está lejos la noche.

¿Qué dirás
cuando la Parca pregunte:
¿qué has hecho de la luz?
¿en qué tumba sin nombre 
la enterraste?
¿Podrás, entonces,
retroceder,
arrojarte 
en brazos de la aurora,
desandar lo perdido?

Déjate crecer 
uñas de fe.

Da 
un paso al frente,
uno tan solo:
una mano moliendo 
la muerte;
la otra,  
río arriba, río arriba,
hasta purificarse 
en la corriente de plata
donde ahogan
las piedras  
su tristeza.

No caves 
tan honda la fosa 
del silencio.

Apenas amanece
y un solo iris
puede cosechar
mil sueños y un relámpago
en los telares de la oportunidad.

Pesa tanto 
la vida; 
sus golpes al costado.
Pesa tanto 
el plomo de su sombra,
que la piel del corazón
se resquebraja
al chocar
contra su arisco pavimento.
Sin embargo,
en el alma del río
habitan peces puros
cuya ebriedad de tinta
rescata 
del naufragio,
y sirenas
que hurgan entre el fango
del tiempo
una raíz azul,
un retal de futuro,
un verbo alado o rojo
donde enredar sus trenzas
de fuego o espejismo. 



jueves, 3 de abril de 2014

Cuando te rebelas, poema











Cuando te rebelas,
poema,
cuando deshilachas
tus vértebras
y  las palabras huyen 
raudas
al encuentro
de un mar embravecido
¡Qué inoportuna,
qué maldita
la carne de tu signo!

Mi voluntad
es  presa frágil
de la tuya.
Las manos del orgullo
se quiebran
en el vano intento 
de parir un cielo
a su medida,
un reino virgen
donde madruguen 
las crisálidas,
porque siguen mordiéndome 
los ojos
los grillos de tu alma,
porque este corazón 
se nutre 
de flores no  nacidas,
de flores nunca muertas,
y siguen rondando tus lobos
las cercas del olvido.

Cuando subes
desde el túnel del pecho
como un  poso
de pureza cautiva,
y se ensanchan tus límites;
cuando te hiere las alas
el plomo del silencio
y violas estos labios
que intentaron
sellar tu latido.

Entonces,
solo entonces,
me reconozco en ti, 
porque desatas
conjunciones de luz
sobre la muerte,
y me subo a la grupa
del verbo estremecido,
encadenada al fuego
latente 
de tu sombra.