jueves, 25 de abril de 2019

El sabor de la lluvia


Nunca quisiste huir: 
la libertad tiene sus riesgos,
y hasta es más cálida la muerte 
si uno asume que su destino inevitable es endulzar
la nada, 
mirarse ciegamente en el espejo
imaginando pájaros ajenos,
saltar de un palo a otro de tu incómoda prisión, 
columpiarse en los alambres
de un destino miserable,
y dejarte seducir de vez en cuando 
por alguna que otra voz
de terciopelo.

Desde el instante en que se incendia la mañana,  
las serpientes anidan en los comederos 
de tu soledad.

Una fiebre desconocida se apodera de tu alma 
de gorrión.

Retas al ruiseñor, bates tus alas
ávidas de viento 
sobre la sombra que te crucifica.

Nunca quisiste huir:
desconoces el sabor de la lluvia
en tu garganta.
Ignoras ¡pobre infeliz!
que  unos cuantos metros, apenas, te separan
de la eternidad.

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