jueves, 24 de octubre de 2019
Función de noche
Cada vez que te marchas se cierra la flor
del instinto
y no me queda sino esperar a que la noche
hipnotice mis párpados.
Trato de asesinar
la telaraña letal del silencio
pero una colección de insectos moribundos
acuden a engrosar sus entrañas.
Se reabre el telón:
Estoy sentada al filo del abismo,
soportando
la distante embestida de unas lámparas frías
que simulan ser ojos
(¿Por qué compré dos ojos
que simulan ser lámparas apuntando
a mi cráneo?)
Pasan frente a mí las horas en una danza
inversa;
pasa tu cuerpo por el mío, pasa tu lengua
por mi lengua;
pasan muertos muy vivos, cadáveres de estrellas;
la luna entra en mi cuarto
oscuro,
luego acude la ya lejana infancia a bendecir
mi cuello con guirnaldas
de ponzoñosa miel.
Se cierra el telón.
Abre el silencio la puerta:
No estás.
Los ojos de nadie siguen acribillando
la sombra que habito
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