miércoles, 30 de julio de 2014

Uvas de mayo







Un día vendrá su estirpe de alondra
a medir las comisuras de la Noche
Vendrá
a limpiar de hiel las botas de los sueños
Vendrá
y ahogará sus disfraces impolutos
santificando las flores del presidio

Un día
restituirá la pureza masacrada
Y hará temblar los huesos del odio con su lengua
Y ardera la serpiente bajo el puño de Themis

-Soy el niño caído
el pájaro taladrado en sus alas
Soy el destino blanco violado por las bestias
Haré brotar mi sangre en vuestras llagas pútridas
Entregadme cada micra de luz pisoteada
quiero probar las uvas de mayo
ahora
que el viento palidece
ahora que no podéis encalar tanto grito
Deseo conocer
por qué lloran tan cárdeno
los violines azules del silencio-




















lunes, 21 de julio de 2014

La casa del silencio



Ábreme el iris, mis ojos de madera
se pudren carcomidos
por los duendes del tiempo.

Ábreme el iris, digo; mira,
duele esta lengua mía; chirría su alma
cuando un fantasma cruza el umbral:
quiere beber todo el plomo de la lluvia,
su sangre versicular y ácida;
quiere sentir la mano del viento
acariciar las grietas del grito adormecido.

¡Ah, dadme la infancia, devolvédmela!
sin pies, sin alas, sin sueños,
pero viva.

Les oiseaux, les chansons,
la mère, le père... la lune.
Les chansons
Les noms.

Sí,

devolvedme los nombres uno a uno.
Que críen en las crestas de los verbos,
que exploren bajo mis cicatrices
y expandan su ebriedad en los pulmones
del amanecer.

Puedo sembrar un mar en las agallas de un pez
anacoreta.
Puedo sembrar el mar.
No os engañe el pergamino de mis cuatro paredes
enfrentadas.
No os engañe la muerte que asoma su cabeza
sobre el cuello infinito del silencio.

Guardo en un arcón de ceniza la falda de la luz
por si regresa.

jueves, 17 de julio de 2014

Amor




Fui cómplice en el crimen de mi alma.

Mordí la luz, me embadurné de aliento,
tendí la luna al sol para saciarme de astros,
creí en las flores tejidas de palabras,
en el dios que palpita en los abismos.
Creí en el duende de sus venas ampas.

Luna de sal:
muerta
te quiero muerta, ahogada en tu cunita
de sueños,
toda bendecida de escarcha,
santificada
por un cuchillo hondo
que corroa la carne etérea 

de las hadas.

He colgado mis pupilas
mendicantes
sobre un bosque prolífico de olvidos.

Amor,
hoy solo puedo rezarle al dios-guía de tu mano,
saciar mi hambre con la carne de la verdad
que labras.
Apurar las uvas de un tiempo virgen todavía.

Hoy solo quiero respirarte, Amor.
Beber del pozo de tu limbo blanco.

martes, 15 de julio de 2014

Se fue

 




















No la busquéis.
Se fue.
Puso en pie los escasos huesos
de su alma y cerró con llave 
las puertas del abismo.

Era solo una sombra
cuando vino a dejarse moler bajo las piedras azules
del poema.
Era un halo de infancia
portando una maleta de pájaros en celo
entre los arduos ropajes
del silencio.

No la busquéis.
Quiso saltar de golpe
todos los peldaños del olvido,
conducir el luto de las flores
castradas
hacia el occidente de su grito.

Ya no está aquí.
No la hallaréis más entre los muertos.
Se rebeló contra la mano muda que bendecía el oprobio
de las marionetas.
Ahora descansa sobre sus Nombres verdes
en el país donde es maleable todo grito.

Mirad,
ya le han crecido alas en el ojo comido por las aves
del llanto,
y un lobo de luz hinca sus dientes
bajo la cicatriz del dolor entumecido;
ya ondean sus pupilas al viento
y una mano florece donde sangró la rosa.

Hay una niña grave trepando hacia la noche;
una niña talando palabras imprecisas,
esparciendo en la herida
su aliento de campana, tatuando en sus entrañas
un gen de primaveras.

jueves, 10 de julio de 2014

Los abecedarios del recuerdo




Daban las doce en punta
en los abecedarios del recuerdo,
daban las doce en punta
y sangraba el pecho
de diez campanas mudas.

Era tan grave el trance,
tan extremo ese gesto de morirnos
así,
cruzando a tientas
las vías de un silencio enmascarado,
desempolvando viejos trenes detenidos
largo tiempo
en las vísceras del llanto,
que anudábamos nuestras  venas
a la desangelada sombra
de una estrella.

Tú llovías de improviso,
proyectabas el llanto
de tu alma tras los cristales blancos;
en mis dedos un grito, en tu cerebro pájaros 

oteando los restos de un cadáver
de fuego.
Quisimos domesticar una lengua de agujas
para ahuyentar a las moscas fieras
de la muerte
tú y yo:
cada uno en un extremo de la cuerda

del miedo, cada uno
castrando mil suicidos con arpegio de esperas
sobre violines de luz
deshabitada.

miércoles, 2 de julio de 2014

Purgad espigas





















Purgad espigas,
purgad espigas
con uñas de distancia.

Dejad
la esperanza en barbecho
durante siete sombras.
Encended
siete lunas de fuego
por si tiembla.

Purgad espigas.
Verted
de su útero el llanto
no nacido.
Restadle alas, muertes y luciérnagas,
espejismos en celo
y deserciones. 

Ahogad sus máscaras
con bacterias pobladas de silencio
que colonicen las costuras
de la noche.

Purgad espigas,
dejadlas en los huesos.
Descubriréis al fin el rostro térreo 

de las rosas.


Purgad espigas,
mellad su carne cósmica,
el hechizo dorado de su verbo.
Sangrad su corazón
con vuestras manos.

Purgad espigas,
sembrad su semen puro
sobre las costas heridas
de un poema.