martes, 23 de septiembre de 2014

Aorta del Silencio



Aorta del silencio
pulmón de luz
purifica mi sangre enmascarada
alquimiza en raíz el rio cárdeno de mi voz
de tinieblas

Más allá de tu sima ¿quién eres? no hay verdad sino muecas de papel
un grito verde y puro embriagado de sombra que tiembla tras las manos en la boca una fugaz eterna huida hacia la Madrugada

¡Pronto
un arcoiris donde tender la ropa del aislamiento un circo
de tinta un argumento de auroras que recoja escombros y los cosa al ayer
una pompa de olvido o llanto donde verter mi vómito!

Tú me miras
Silencio
te pareces a mí y a él y a ella
y a todos los pronombres que cosiste a tu boca todos uno por uno
Una voz sola ensartada a tu germen arcano

Nos cuentas al oído el secreto
del Alma y de la Espina 
y callamos
sabiéndonos hermanos- hijos- sombras
de tu cuerpo de pozo.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Cuna de piedra




Ella azuza a mis perros de sombra hasta morderme el alma
Hiende una profecía azul en mi costado
y yo sangro raíces demacradas columnas
derrocadas auroras de noviembre
Y pronuncio un sudario entre dientes
para deshabitarla
porque allá muy adentro hay ciudades fantasma 
y muertos que se aferran a este canto
maléfico y sueños lapidarios y una intensa humareda 
de luciérnagas viudas

     -No, no te quiero parir, hija de mis derrotas – Marla te desafía 
a la mudez de sus manos
    No necesita nombres de cristal que se quiebren ni voz 
que la sostenga en pie ni verbos 
     que la abracen -

Ella agita sus ojos por bandera se duele contonea 
sus caderas de Búsqueda reverdece el musgo
del ayer en mis sesos para que tiernamente me recueste en su fango

-Ven, amor, soy tu amante de hiel tu parto lento y quedo
la cruz en tu garganta
la flecha que atraviesa tu alma con su ira
Soy el monstruo que oculta su cáncer de silencios
La mariposa danzando junto al fuego que abrasará tus alas-

Y acuden sirenas de tinta a navegarme a abordar otras islas
prohibidas o recónditas

Y me dejo matar por su querer ciclónico

En su cuna de piedra mezo mi canto roto.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Luna de papel




Luna de papel

que ardes bajo mis manos ciegas

Estoy zurcida absurdamente a tus dientes sacrílegos

Por ti

me hice acróbata 
del llanto
Escalé las tormentas

Deje crecer las flores de mis uñas de olvido
Engendré mariposas en el pozo donde se ahogó 
la música


Di

¿para qué tanta campana ebria?

¿A quién pueden guiar estas huellas de plomo?



No me pariste musa ni estrella ni profeta

Solo tren de destierros
 niña senil 
luciérnaga 

de tumbas

Solo animal de búsqueda

a quien golpea a diario el mundo las rodillas

Vieja mula sombría

cuya garganta aprietan las Furias del destino.




sábado, 6 de septiembre de 2014

Una espina...



No lo sabes:

una espina persigue mi nombre, me revienta

los ojos cuando canto;

una espina con nombres grabados en la infancia,

un iris diminuto cuyo vientre picotean cuervos 
y lágrimas.

Una espina y hojas de eterno otoño

y sombras que aceleran su marcha tras mis huellas.



No lo sabes:

he convocado al cielo y al infierno a un banquete de ira

para que todo el hueso de la memoria reviente

su cautiverio y fluya como un rio de espadas,

como un rio de lava resurgiendo del pozo 
donde se suicidó

lo que callamos.



Y sentaré a la misma mesa a la luz y a la muerte,

a la docilidad, la rebeldía;

que dancen juntas, que devoren

una a otra sus vísceras.

Barreré con mi lengua los restos de su sangre,

embadurnaré de miel mis aguijones

hasta que broten lámparas del milenario jardín

de la derrota.

martes, 2 de septiembre de 2014

Tras las máscaras




¿Quién eres, sombra, que ardes tras las pupilas 
huérfanas, siguiendo las pisadas de una aurora limítrofe?

No,

no escuches

el drama que se gesta en el ombligo del cielo;

disfrázate de gloria,

encripta las espinas de tus peces azules en un código de humo,

amordacemos la lengua de la luz, violemos sus adagios con falsas primaveras.

Nada temáis:

coseré el avispero de la noche a su sombra,

hijos míos.

Nada temáis,

he tejido este árbol de nadie,

este pozo de risas,

para podar las ramas del temblor que se agitan

en el alma de un verbo.


Ahora, creedme:

¡Qué hermosos hijos de cera

parirán nuestras máscaras!