Escúchenos atentamente, hermana,
y no se altere, por favor,
ni pretenda juzgarnos mal por ello.
Es tan difícil dar este paso
después de tantos años al servicio de
su voluntad:
hemos decidido
darle punto y final a sus caprichos.
Nosotros, sus leales lacayos,
Nos hemos declarado en huelga
indefinida de Nostalgia.
Por tanto,
no se obstine,
no vamos a seguir escribiendo
los-versos-más-tristes-esta-noche-
porque las pesadillas se hayan cebado
con el caparazón de su memoria
ni le disparemos dardo alguno a la luna
ni vamos a permitir frases tales como:
“el silencio es un árbol de
raíces antiguas”
solo porque la vida no le ha tratado
bien.
Estamos ya muy fatigados de tanto dar
vueltas alrededor de la noria
de la melancolía.
Escúchenos bien (y esto sí es una
amenaza):
Nos hemos convertido en una tribu
implacable, devoradora de tragicomedias enlatadas,
de discursos lastimeros enfangados en
los charcos
de la mediocridad.
Así que, por favor,
cuando sienta la necesidad de
levantarse a las tres de la mañana
y poner en marcha la cuerda de su
“impulso creativo”
vuelva a su cama y duerma.
Trate de contemplar la vida
con los ojos abiertos;
quítese de una vez por todas las
espinas y arrójelas al mar
del desconsuelo.
Piense en el mundo como un lugar
hermoso en el que no cabe apenas
el dolor, la traición o la
mentira,
y cuando vuelva a golpearse
duramente contra el hierro
de la realidad,
y se sienta abatida, resentida,
dolida …..
tómese un buen trago de whisky ,
háblele a los gatos de la calle,
o devore un buen libro.
Por favor, no vuelta a despertarnos.
No permita que cale la tormenta en nuestros frágiles huesos.
No nos arroje así, desnudos, indefensos,
a las tortuosas avenidas
de un poema.