Juego a lamerte el alma,
a revelar la espina dorsal
de tu verdad,
y te acaricio
con preguntas anémicas;
temo tu adusta voz,
el acero cruento
de tus uñas clavándose
sobre el magma de alguna herida
abierta.
Desnúdate
para mí
esta noche:
te vestirán mis labios
con el altivo traje
de un poema.
Ah, pero tú sabes que me miento
al pensarte;
arde un latido oscuro en ti que
apellida
una muerte prematura.
La bilis de tu aura enmudece
a menudo
mis manos,
que excavan, sin saberlo, un túnel
sembrado de serpientes.
Juega conmigo,
Silencio:
háblame en un lenguaje
indescifrable.
Demuestra al mundo
la banalidad de las palabras.
Muy bueno, Rosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Francisco. Me alegra que te guste.
EliminarUn abrazo.
Muy bello amiga, me gusta leerte. Abrazos.
ResponderEliminarGracias por tu huella, querida amiga.
ResponderEliminarAbrazos.