domingo, 6 de agosto de 2017

Raíces de cristal



Desplegaba su absurdo equipaje
en la canícula de las horas que anticipan
relámpagos.
Ataviado de orgullo,
vapuleaba la espera, incendiaba los ritos.
Descarrilaban en sus labios
las palomas.

Ellos no comprendieron jamás
la rebelión, el grito absurdo, la redención
de los leprosos.

Y la botella de la decepción esparció en el silencio
su líquido lamento
 al ignorar el invisible tacto, la densidad exacta
de la herida.

Ahora
que hemos podido mirar cara a cara a los lobos
del abismo,
creemos que es posible reparar raíces de cristal,
que es posible talar uno a uno los siniestros árboles
del bosque que nos condenó
a desconocernos.




2 comentarios:

  1. "creemos que es posible reparar raíces de cristal,
    que es posible talar uno a uno los siniestros árboles
    del bosque que nos condenó
    a desconocernos."

    Profundo, esotérico final que exuda un realismo dramático existencial. El velo de la ignorancia es tan denso como varias centrales eléctricas en una sola pupila. La buena noticia es que a veces el cristal cae y no se rompe, como tus versos, Rosa, femeninos, bellos, translucidos y en apariencia frágiles, pero tras el final de la tormenta resistentes al abandono de la imaginación y la desesperanza, dispuestos a un nuevo combate por la belleza.

    Mi cariño para ti, Rosa.
    Cristián

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  2. Lo único que nos permite en muchas ocasiones sobrevivir en medio del caos es dar tregua a la imaginación, creer que somos capaces de vislumbrar algunos gramos de luz más allá de la desesperanza.

    Mil gracias por tu presencia una vez más, Cristián.

    Abrazos.

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