La aguja del reloj hiere el silencio.
Es la hora -se dice-
de truncar lentamente la calma
e invertir el flujo de la sangre
al presente.
El peón se levanta,
un pálido temblor se amotina
en sus
gestos.
El alfil negro le bloquea
los sueños:
la reina
zizzaguea al andar, simula no
encontrarle;
al fin azuza el fuego de sus pies
derrotados,
le seduce con su falsa blancura.
“Sube a la negra torre del
sacrificio”
“Sálvanos con tu muerte”.
Ella y su regia cohorte
de aduladores cuervos;
ella y sus caballos
de ira,
sabrán dar buena cuenta de tu sangre
cautiva, domarán las manos con que
amasas
el pan
que alimenta su ambición
desmedida.
Jaque mate:
ahora estás sometido por mi yugo.
Eres Nadie.
Soy la diosa del Caos, el Poder,
la Ambición
que te aplastan.
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