viernes, 9 de mayo de 2014

Congelar los ruiseñores

 
















que no ha llegado la hora
todavía
de tejerse estrellas
en los huesos.

No ha llegado la hora
todavía
de ordeñar las campanas
que injertan
mil tañidos de aliento
en el vacío.


que las asépticas manos
del invierno
coagulan hemorragias
de amapolas.

Pero un día
regresarán las aves del delirio
hacia sus nidos de oro.

que entonces
a los rios nevados
de la sangre
han de acudir
a beber
siete luciérnagas,
que tatuarán su luz
en tus pupilas.

Hoy
todavía las palabras
visten uñas de acero
y arrancan
a la fe
sus alas débiles.

Hoy todavía
en los neveros del silencio
es tiempo
de congelar los ruiseñores.

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