jueves, 29 de mayo de 2014

En barro de esperanzas

 

















He nadado en un vientre
de silenciosa espuma
Me ha regresado el tiempo
de sus flores dormidas.

Comí un sueño a racimos,
me empapé de sus lámparas.
Extraje
de la luz
savia viva
con la sed de mis labios.

Mordí los huesos
de la noche
uno a uno,
bebí
con mis venas azules
sangre de mar
creciente.

Me he anudado al relámpago,
desmembrado
cada lengua
de hierro,
diluido los ecos
de la casa del frío
en luciérnagas de aire.

Y he regresado
a mi país Palabra,
donde el Ser desprende 

su nube
por cascadas de ausencia,
y emergen
dedos de alma
que tiemblan en preguntas,
gritos,
razones ébrias,
verdad y sombras,
muertes, vidas,
 enigmas...

Y mi voz hecha añicos
de tinta,
diluyéndose
en un lecho de nieve
para seguir latiendo
por sí misma
en sí misma,
para lavar preguntas
en su jugo de lágrimas.

Para ser sólo pájaro

que se esparce en el viento;
para ser solo fuego
de alas,
deseo,
pensamiento
que cuece lentamente
su vinagre de espinas
en barro de esperanzas.





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