miércoles, 3 de julio de 2013

Rosa de arena


























Ella transita libremente
por renglones telúricos.
Se reinventa en edenes vírgenes.
Abre
de par en par
las puertas de su alma
a un enjambre de abismos

y limpia de cordura
las semillas en flor
de los silencios.

Ella sacude firmemente
de la memoria
su ataud de esqueletos,
voltea alas de ángeles oscuros
y regresa a sus rituales mudos,
a la región en sombras de sus lágrimas.

Ella coloca
una moneda de sueños
sobre los ojos  huecos de la luna.
Enfunda en terciopelo
las agujas que imantan la tristeza
y danza bajo siete velos de ceniza
para exorcizar a las bestias que habitan
en los intestinos de sus noches.

Ella es savia de aguja,
sal del mar,
flor de límites
y sangra por sus labios
excrementos de hiel
y augurios cárdenos.

Ella eleva plegarias al crepúsculo
y vuelca,
de tarde en tarde,
el oleaje sideral de su lengua
sobre el intenso mar
de la Palabra.


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