Ayer
me sonrieron
los
cipreses de Cormalt
¿los
recuerdas, hermano?
Su
triste gallardía,
su
sobriedad de mártires cobijando
las
tumbas oxidadas del tiempo...
Ellos,
dignos
guardianes de un crisol
en el que se fraguaban
raíces
de metano y mariposas
suicidas.
Mis
cipreses de Cormalt,
tan
austeros, tan místicos.
¿Recuerdas
de qué color era
la
renuncia?
¿su
rostro?
Ellos
sí lo recuerdan:
carraspeaba
el silencio
al
son de una pregunta
y
fingían el gesto
pretextando
un embate
del
viento
o
un dolor seco y hondo
en
sus ramas.
Ayer
me
sonrieron, hermano,
y
al fin pude
proyectar
mis desvelos
sobre
la majestuosa pulcritud
de
sus copas
Fui
la nostalgia reverdeciendo
las
crines del adiós,
inseminando
un
sol bajo su turbia lengua
donde quedó lacrada
nuestra
pálida y febril
adolescencia.
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