Tú
ganas, Karine.
Conociste
los secretos del fósforo
que arden en la sangre de
las marionetas.
Sentiste
el filo de navaja del infierno
filtrarse
crudamente a través
de
tus lágrimas
He
biopsiado la luz- dijiste-
hay
espinas y larvas de pánico en sus heces;
seguid
los vidrios verdes, hijos míos,
enterrad
el aguacero bajo las piedras del río aquél
donde arrojasteis
un
lejano día el corazón de la esperanza.
Mi
herencia fue un dolor encadenado de tinieblas,
y
ahora creo en esa débil luna que regaste a golpe de amor y lucha,
a
golpe de amor
y sufrimiento.
Veo
los huesos infantiles de mi fe taladrando
la piel de la derrota
y
cómo su cerebro de nieve y agujas va sembrándose
de verde, Karine,
cómo
trepa la yedra de la luz por sus venas
amparada
por
el beso de tu sombra pura.
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