jueves, 5 de marzo de 2015

Casandra



Percibo un odio amarillo en la sonrisa
de Dios
-Tengo un regalo para ti, hija mía,
aquí 
bajo la lengua del sol 
en las papilas donde nidifican las alondras 
y las flores perfuman los sueños 
de los mártires.
- Dime Casandra,
¿en cual de mis cuatro manos
guardo el puñal?

He aquí mi pecho desnudo, 
sin dobleces ni ratones de ira,
a la medida de todos los cuchillos;
a la medida 
de los agujeros negros de tu alma.

Todos los días
escucho
un redoblar de gusanos bajo la almohada
del silencio
en el instante del crepúsculo,
junto el árbol de los ahorcados,
donde sangran dolor las amapolas.

-Di
Casandra,
tú que has aprendido a husmear
las bacterias
del cielo
¿qué mitad de mi ser
habrá de dar refugio 
a mis múltiples ángeles caídos?-




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