viernes, 31 de enero de 2014

El pájaro y la piedra

 


Ayer abatí a un pájaro que aleteaba
en la febrícula de Dios

Ayer abatí a un pájaro
-en su pico un nombre
y una espina-
y su cuerpo de luz asesinada
inmoló la clausura de la piedra
que dormitaba a la sombra de su signo.

Y una lluvia de sangre
vistió de pájaro
la carne adusta de la piedra;
y la piedra se conmovió,
lloró un segundo, una hora, un río...

Luego
se tatuó un silencio eterno bajo el pecho.

Sólo el viento sabe... sólo el magma de un eco
anudado
a la inhóspita luna creciente
del vacío
revierten
de noche en noche
el grito animal
a las inanimadas entrañas de la piedra,
y la piedra vuelve a sangrar un credo
y cien preguntas

Y guarda luto por el pájaro perdido.

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