domingo, 29 de mayo de 2016

El dorado tacto de tu noche




Puesto que estás mirándome,
arrojando destellos de oro a través del cristal.

Puesto que no resulta fácil degollar tu voz sepia
y ocultar su cadáver
en la simplicidad de un gesto, entre las flores
pálidas del día,
en la luz que reclama el beso puro
de la infancia,
en la piel,
en la risa...
he venido a retarte, sombra hermana,
tan mía.

Puesto que tú eres yo y toda mi locura es un suspiro
tuyo,
vengo a decirte que hay más verdad en el fluido gris
del asfalto que mancha los pulmones
de certeza,
que en todos los enjambres que proclaman
el prolífico reino de tu verbo;
hay más poesía buceando en los huesos dormidos
de esta desangelada habitación,
en el álgebra de un pensamiento simple,
mucha más paz
que en el dorado tacto de tu noche.

Puesto que eres esa nana oscura
que mece el llanto de mis llagas,
y meciéndolo lo hace sangrar de ayeres
encendidos,
déjame descansar de ti,
dormir sobre las teclas de lo cotidiano,
libar su térrea música, olfatear su perfume 
cruento.


Nacen más pájaros en mí
cuando te niego,
cuando no alcanzo a definir

el ámbar de la melancolía. 

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