Cuando llueva el sol,
cuando
un nimbus de llanto
pellizque
a destiempo
su
espíritu de estrella
y
arroje a tu rostro los pétalos
de
la ira
y
se columpie
sobre
la faz de sus temores,
entonces
te
veré
descender
nuevamente
una
a una
todas
las escalas del silencio.
Te
sentarás bajo el porche
de
cualquier verdad ensangrentada,
encenderás
un fuego fatuo
que
espante a las fieras
del
olvido
y
cuando ya no queden luces en el cielo
que
adorar
vendrás
de nuevo a beber el veneno
del
misterio
de
la copa de un poema polvoriento.
Cuando
llueva el sol
un
compás de tinieblas,
verás
que al final de la desdicha
una
luciérnaga alzará
su
minúsculo faro al infinito
para
no perder sus pasos
ni su alma.
ni su alma.
Te
sentarás a observar la noche de su canto
hasta
que el alba embriague la cordura
y
el astro rey vuelva a proyectar
los
rayos de su destino
en
tus cabellos.
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