domingo, 25 de enero de 2015

Caballos en el ático


Cuando el aire sabe a plomo
en las gargantas de los anochecidos
y el sudor de las flores
asciende en la canícula
del tiempo vapuleado y golpea la higuera 
de las horas vencidas,
siento cómo relinchan caballos en el ático,
cómo templa el aire un himno de alfileres
sobre mi pensamiento.
Y me veo partiendo el pan de las ausencias,
cavilando tinieblas,
preguntándole al cielo
porqué ha decapitado a todos nuestros ángeles.
Cuando el veneno que contiene mi alma
emerge desde un géiser amargo,
y desborda las alcantarillas del dolor
y las cubre de excrementos de luz,
y oxida las aceras de la esperanza,
vuelven los caballos a reventar mis sesos
sobre esta alfombra salpicada
de inviernos,
salpicada por la sangre borboteante
de aquellas palabras que jamás se pronuncian.




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