¡Qué
sordera
la de los ojos!
la de los ojos!
cuando
escuchan clarear la piel tersa
del
agua
e
ignoran el quejido de su voz bacteriana
sus
criaturas de lumbre
el
peso de su pecio de olvidos
Los
oídos
¡qué
ciegos
al
llanto de las piedras!
Por
eso he venido a voltearme la mirada
Por eso
me alimenta
este
buceo en las entrañas del grito
esta
fatiga de víbora
castrada
por su lengua famélica
que
rebusca en contenedores de humo
los
restos fósiles de un pájaro engullido
por
la noche arterial
Vengo
a encontrar una aguja de luz
entre
los humedales del olvido
algo
que me cosa a su gracia
en
la hora
en
que todos los relojes liberen al averno
las
manecillas del rencor
y
crezca bajo los avisperos
una
palabra blanca para ser pronunciada
a
pleno pulmón
en
la raíz de la pureza.
Tú poesía palpita en la raíz de la pureza y por esta razón, porque el arte puro no puede mentir, seguramente, tú eres pura y la aguja de luz es tu alma proyectada cuando pincha el ojo ciego del que te lee, que entonces ya ve color en el vacío de la oscuridad doliente.
ResponderEliminarCristián
Mi poesía busca la pureza, tiene la necesidad de encontrarla, de fundirse en sus vísceras.
ResponderEliminarGracias, de nuevo, Cristián/From Hell, por bucear entre mis versos.