Vine a despertar al arcángel
que gravitaba
bajo la bóveda del silencio:
he de volver al Sur, - le dije-
allí mi flor, mi sangre...
-No vuelvas,
se agotaron los pozos del amanecer.
No vuelvas-
Habrá una primavera más allá de mis
pasos...
-En el Este es invierno
El manantial ahogó de nieve su corazón
azul.
No vayas-
Pero aún existe un puente de sangre y
de solsticios.
Aún guarda para mí
sobre una espina, su infancia
y sus ojos abrigan
mis lamentos de espuma
-La araña del olvido derruyó su
esqueleto
de luz.
Nada queda. No vuelvas.-
¿Y al Oeste?
La sangre de una derrota ha teñido de
rojo
las aceras
y la nostalgia puede recostarse
sobre tu
hígado
si rozas sus cabellos.
Dime, arcángel,
¿Qué tierra es mi país?
-La verdad que mendiga el pan de tu
palabra,
la mano que sostiene tu escalera de
sueños,
la fe que no arrojaste al fuego del
fracaso.
Tu voluntad.
Tu Canto-.