Esta carne no cruzará las puertas
de
la ciudad quebrada
No sabe no quiere
soñarse azul
Mira y no puede ver
sangra y no siente
no conoce la ira ni la dicha
Sus diez hijos la niegan
sus diez serpientes blancas
mordisquean la luz
la descomponen en piruetas de espuma
y un niño oscuro nace del vientre de
sus ojos
Le duele el gris
el tiempo mineral la desconoce
la crucifica un silencio sin espíritu
horadan su intestino la voz de las
sirenas
la despierta el gemido del animal
sonámbulo
zambullido en la copa del beso
detenido
Esta carne alimenta los huesos del
olvido
reza un mantra a las nubes que llueven
un sudario
de pálpitos truncados
de bocas encendidas
Crea un dios de cristal al sur de sus
espinas
Devora un verbo de sangre
y se destruye.
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