sábado, 14 de junio de 2014

Los diques del alma






No existen diques
que dividan el mar del alma
cuando las olas rugen
y enervan sus pupilas de plata
hacia un misterio azul
mucho más hondo
que su sangre de agua.

No hay cuchillo
que separe
las sombras de sus cuerpos
ni razones
que definan
estancias de sangre y carne
en el palacio de la dicha.

No existen adjetivos precisos
para definir una esperanza,
ni verbos
que fluyan
del pozo de sus venas
en raíces
de sol o de tinieblas.

No hay sueño ni deseo
que se multiplique en estrellas
en el cénit de su consumación.

No puede el corazón
sobrevivirse
al ser parido
en los verbos de la tierra.

Todo cuanto echa fuera
sus raíces de fuego
es cadáver de luz,
solo una sombra ténue
de su ser
reflejada
en la pálida voz de tinta
del Poema.

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