domingo, 1 de junio de 2014
El muro
¿Cuánto tiempo más
ha de seguir nevando
sobre esta primavera?
El muro
se ha convertido en un anciano blanco,
blanco...
ya peina canas de silencio eterno;
hasta los tímidos besos del sol
lo crucifican.
Intento quebrar su código de piedra,
cortar las alambradas de su lengua,
pero es insensible a las muecas de mi sangre
y a mi voz ya no le quedan manos
que trepen más allá de la cordura.
Mi voz
es un hacha incorpórea
que tala la garganta de su grito.
Y más allá... ¿quién vive
que quisiera soñarte, voz?
¿quién vive?
A quién le importa
la dorada empuñadora
de este bastón de lamento
y exorcismos,
si tu palabra
no eres más que aliento
suicida,
puro vapor de ausencias
chapoteando a diario
en los charcos
del delirio.
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