martes, 18 de marzo de 2014

Muerte de Venus





Venus murió una tarde de domingo
bajo los sauces de las horas lentas,
No hubo duelo, ni lágrimas, ni rosas
ni preguntas,
ni tan siquiera
un lento cortejo de palabras
que acompañaran
su  féretro de espuma.
Sólo
se hizo el silencio
rebelde como un grito
al ver abrirse la puerta
del vacío
que modelaba
la espuma ígnea de sus manos.

El forense constató
que tenía violácea 
la esperanza,
que el dolor había zurcido
sus gestos  a la noche,
que su antigua sonrisa
era una máscara
tatuada entre los labios
por el duende de la decepción
y sus demonios.

Venus
desde hace mil suicidios
es ya carne de abismo.
Un día
se intoxicó de realidad.

Un día,
cansada de sembrar
la sangre
de algún sueño en el viento,
se arrojó a la luz
de la verdad desnuda.

Venus
murió una tarde
de un tiempo sin edad.

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