Aléjate
- dijo el silencio-:
y me oculte en sus vísceras.
Di
cien pasos atrás
en la retina,
desnudé la memoria
de tumbas y relámpagos,
desvestí las palabras
de brillantes alhajas.
Tracé un camino blanco
entre las sombras
donde intuir
las huellas de la luz.
Seguí
el rastro de sangre
de mi alma animal,
descubrí
moscas de hiel
zumbando
en llagas ancestrales,
carnavales perpetuos
entre las uñas
de la hipocresía,
el rencor
exhalando
un almizcle impuro
desde los labios de la mediocridad.
Entendí
que toda máscara
es fiel a sus demonios,
que la mentira
suele engalanarse
con suntuosos vestidos
de certeza.
Comprendí
lo absurdo del círculo
sin fin.
Inoculé
en mi mente
el antídoto
que logre regresarme
del opiáceo sabor
de un paraíso
hecho a medida
de la vanidad.
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