viernes, 18 de octubre de 2013

Enodia











Dije: Sueño
y se me llenó la boca de noche
cuando los astros maduraron en sus brazos
una ninfa deífica.

Yo quise nacer
del cántaro plural de la palabra,
verterme en las entrañas del iris,
aletear un pájaro de tinta
hasta el paroxismo de mis manos;
yo deseaba
alienarme en las flores no nacidas,
verdear
entre las ruinas dementes del invierno
y volar tan alto, tan alto...

Yo, gramática virtual de pergamino,
Yo, papél maché del tiempo.
Tú,
ladrón
de todos los infinitivos de mi sangre.
Ella,
Fue Ella la Llave
la Gran-diosa
La límpida Alondra de Luz, 

la Venerada
por los Jinetes del Ambar.


Nunca Enodia,
la triste, la quimérica,
amamantada por un éter sin sal,
la fugitiva del sol,
la imperceptible mancha
en la rueda del destino.

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