¿Quién te ha dicho mi nombre?
¿Qué oscuro signo trazó tu voluntad?
¿Quién te ha dicho mi nombre?
Responde, tú que arrastras un infierno de arena
a tus espaldas;
tú, que dejaste atrás tu desgarrada infancia
persiguiendo una luz
inconcebible
y arrancaste al océano su desatada rabia
hasta desfallecer entre mis brazos.
¿Quién te ha dicho mi nombre?
Mi nombre es Naiarel
y se pierde en la noche de los tiempos.
He parido a millones de hijos, los he visto crecer,
perderse a diario por calles ojerosas
buscándose en el aire.
Puedo hablar el idioma de la sangre
y comprender el lenguaje del silencio.
Naiarel es mi nombre.
En mi corazón enloquece la cordura.
Nada tengo para ti,
salvo un mísero mendrugo
de existencia.
Nada que permita cuajar en tu mano
un pedazo de nube pasajera.
Pero, si lo prefieres, si has venido hasta aquí
para sobrevivir a la derrota
bebiendo de mis ubres polvorientas,
has de saber primero
que el Paraíso lo inventó un ángel hundido
en el infierno de su soledad.
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