sábado, 16 de septiembre de 2023

Vórtice

 


Duerme un sueño profundo, Naiarel.

No tengas fe

en la aparente dulzura de la noche.


En los oídos del silencio

zumban sin tregua las moscas

de la duda

y por tu piel se filtra la sangre

de mil interrogantes.

Amanece.

Un hombre perfila su destino.

Camina con paso decidido

hacia el precipicio que talló con sus manos.


Sabes, Naiarel,

Hoy

nadie mira a los ojos de nadie.

Las palabras nunca pronunciadas

son ríos sin algas, sin peces ni memoria;

globulos muertos

que desembocan en el mar

de un smarthphone.

Arden las evidencias

en las piras doradas de algún sueño virtual.

Las herejías se enroscan al cuello

de los crédulos.


Hermanos, hermanas,

¿Qué debemos creer

si se prostituyen todas las palabras?

¿No contestáis?...

-La cal de sus sonrisas oculta

las tinieblas-

El tiempo es un espejo deforme,

un vórtice infinito.

Creación y destrucción se funden

en un eterno abrazo.


Todo esto que te digo, Naiarel,

entiérralo

bajo la capa de alquitrán

de tu vientre.

No esperes nada de nosotros.

No preguntes

¿Adónde me lleváis?


¡Calla!

Teje sobre la Nada una hilera de estrellas.

Acuna mis temores.

No desates incendios con tus ojos abiertos.



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