Alegoría de piedra
inmortal
que seduces al tiempo
y al olvido,
criatura tallada a fuego y sangre
en la rígida carne de los riscos,
¿qué misterios reconoce en ti
el secular silencio que te acuna?
¿Qué códigos de furia y cenizas
te delatan?
Revélame la magia
que recorre tus maceradas venas,
el cáncer de tinieblas
que arrasó en otro tiempo tus entrañas;
el dorado esplendor de una belleza
que ha burlado los duelos y los siglos.
Que mi respiración se agite,
acompasada
por la pertinaz fiereza de los vientos
que castigan sin tregua tus costados.
Dios de piedra
fecundado
por la férrea voluntad de los humanos,
lentamente esculpido por la gracia
de las olas del tiempo.
Alegoría de un sueño
tatuado entre las rocas,
extiende tu poesía
en las mentes de los soñadores;
que la arena que soy
repose un día
sobre un bastión de rocas milenarias
y mis huesos sean pasto para el hambre
del tiempo
y se fundan mis sueños ya difuntos
en la cálida luz
que alimenta
la lumbre de tu polvorienta carne.
Reliquias de un mundo cincelado
por el complejo martillo de la historia,
rocas sagradas que me contempláis,
si no es mucho pedir,
volveos líquidas,
y fluid en la sangre del poema.