sábado, 15 de mayo de 2021

El próximo objetivo

La cúpula militar se reunió  con urgencia.

Objetivo: aplacar el hambre

de las bestias

que roían en silencio sus entrañas.

Calcularon con rigor milimétrico

la dimensión exacta del castigo.

Escogieron meticulosamente

las palabras

-apáticas palabras de indefinidos rostros;

palabras soberbias, firmes,

combativas;

palabras que se incendiasen con el viento

de una determinación bien pergeñada;

zombificadas doncellas

cuyos vientres 

albergasen todos los demonios-

tunearon sus significados

y se las dieron de comer

a los corderos.


El resultado fue un éxito rotundo:

el germen del odio echó raíces;

la muerte fertilizó

el alma verde y viva

de los campos, con semillas

de espanto y destrucción.

Donde latía el corazón de una ciudad

solo quedó un reguero de cenizas.

Echaron tierra sobre los niños muertos,

acallaron con ráfagas de rabia

los impotentes gritos de sus madres.


La cúpula militar volvió a reunirse;

se lamentaron en voz alta

por los daños colaterales provocados,

esbozando una gesto torvo

que apenas disimulaba

la satisfacción por el éxito alcanzado,

y se felicitaron mutuamente

-y en secreto-

por la eficacia de las operaciones

efectuadas

en territorio hostil.


Los noticiarios

desviaron sus focos de atención

a temas más livianos

para no fatigar a sus audiencias.


La vida siguió su curso acelerado,

y el eco de un dolor ácido

y salvaje

se fue desvaneciendo poco a poco

con los turbios vaivenes

del olvido.

 

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