Siempre temieron vomitar un adiós,
quemarse las manos
desenterrando capítulos álgidos del
libro
del tiempo.
del tiempo.
Cada punto y final iniciaba un alud
en sus mentes: “no
me despiertes en mitad de un reglón
purulento,
mira que los
fantasmas de infancia huelen
las
cicatrices, como huelen el miedo
los
perros”
Se pudrió la raíz del silencio y
enmudeció lentamente
la vida...
Pero fui destejiendo tus muros;
sembrando migas de pan
en la noche; quebrando
un esqueleto tras otro; tendiendo un
puente
de lo absurdo a tu herida.
Tentamos a ciegas la luz,
creyendo que el día siguiente
a la nada
es posible volver a nacer,
reinventarse.
Toma aliento y camina, camina con tu
futuro llanto
a cuestas, con el pesado fardo de tu sombra;
lima con fiereza los dientes afilados
de días venideros.
La fatiga rondará tu garganta, pero no podrá
degollarte,
porque sabes que volviste a nacer el día siguiente
a la
nada;
que el día después de lo improbable,
a ti, a mí,
nos bautizaron con agua
de cometa.
de cometa.
Es difícil pasar por tus versos y no dejarse llevar por la pasión con la que los escribes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, F. Enrique, una alegría encontrarte aquí.
ResponderEliminarUn abrazo y mis deseos de un Feliz 2017 para ti y los tuyos.