jueves, 22 de diciembre de 2016

El día siguiente a la nada


Siempre temieron vomitar un adiós,
quemarse las manos
desenterrando capítulos álgidos del libro 
del tiempo. 
Cada punto y final iniciaba un alud
en sus mentes: “no me despiertes en mitad de un reglón
purulento,
mira que los fantasmas de infancia huelen
las cicatrices, como huelen el miedo
los perros

Se pudrió la raíz del silencio y enmudeció lentamente
la vida...

Pero fui destejiendo tus muros; sembrando migas de pan
en la noche; quebrando
un esqueleto tras otro; tendiendo un puente
de lo absurdo a tu herida.
Tentamos a ciegas la luz,
creyendo que el día siguiente
a la nada
es posible volver a nacer,
reinventarse.

Toma aliento y camina, camina con tu futuro llanto 
a cuestas, con el pesado fardo de tu sombra;
lima con fiereza los dientes afilados de días venideros. 
La fatiga rondará tu garganta, pero no podrá degollarte,
 porque sabes que volviste a nacer el día siguiente 
a la nada;
que el día después de lo improbable, 
a ti, a mí,
nos bautizaron con agua 
de cometa.






2 comentarios:

  1. Es difícil pasar por tus versos y no dejarse llevar por la pasión con la que los escribes.

    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, F. Enrique, una alegría encontrarte aquí.

    Un abrazo y mis deseos de un Feliz 2017 para ti y los tuyos.

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