Acostumbraba a quitarse las espinas
con carne de relámpagos,
a envolver su magia en piedra o en
palabra.
Pensaba (ingenuamente)
“ así es como uno debe arrancarse
los oscuros racimos
de la muerte”
Fructificaba en su alma una ira
blanca y dulce,
una creciente ira lunar que sofocaba
el aullido
de las sombras.
Creyó ver resurgir entre tumbas
auroras boreales.
Abrió en canal su vientre
y echaron a volar
lamias y víboras, cadáveres
de pájaros, niños
castrados de azul, semidioses
de humo...
Realizó incontables autopsias
al olvido,
desconociendo
que la palabra es un cigarro
que nos va consumiendo lentamente
y deja, al final, en los labios un
beso
ceniciento y turbio,
un ictérico sabor
a despedida.
Realmente Rosa ,tienes un tesoro en letras ,bellas y encantadoras metáforas me dejan deslumbrada.Felicitaciones !!
ResponderEliminarUn abrazo !!! Me encanta tu blogs