Amaneció sin mí.
Grillos inánimes brotaron
de su lengua;
un quejido de agujas taconeaba
el techo
del silencio.
Me levanté sin hacer ruido
para no delatarme,
evitando caer en el agujero negro
de sus ojos;
ni siquiera pudo rozarme su radiactiva
pureza.
Y caminé arrastrada por carros
de inercia.
La calle devoró los últimos tiernos
vestigios
de algún sueño
que me entregó la noche amante;
los pájaros callaron a mi paso;
hay trenes que lloraban
un humo gris y lento.
No me atreví a preguntarle
por el olor a sombra
de los árboles.
Amaneció sin mí
este día,
este día,
y así es mejor,
así no siento su lluvia de balas
en mi frente,
su catarata cósmica de aludes
resbalando febriles
por la pendiente gris
de mi conciencia.
Rosa ,eres genial,me quedo fascinada con tus letras !!!
ResponderEliminarSon una delicia !!
Gracias por estar allí con tu mágica palabra.
Abrazos
Graciela, muchísimas gracias a ti por ser tan generosa con mis intentos poéticos.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
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ResponderEliminarGracias de nuevo, Ana.
EliminarBesos.