domingo, 29 de mayo de 2016

El dorado tacto de tu noche




Puesto que estás mirándome,
arrojando destellos de oro a través del cristal.

Puesto que no resulta fácil degollar tu voz sepia
y ocultar su cadáver
en la simplicidad de un gesto, entre las flores
pálidas del día,
en la luz que reclama el beso puro
de la infancia,
en la piel,
en la risa...
he venido a retarte, sombra hermana,
tan mía.

Puesto que tú eres yo y toda mi locura es un suspiro
tuyo,
vengo a decirte que hay más verdad en el fluido gris
del asfalto que mancha los pulmones
de certeza,
que en todos los enjambres que proclaman
el prolífico reino de tu verbo;
hay más poesía buceando en los huesos dormidos
de esta desangelada habitación,
en el álgebra de un pensamiento simple,
mucha más paz
que en el dorado tacto de tu noche.

Puesto que eres esa nana oscura
que mece el llanto de mis llagas,
y meciéndolo lo hace sangrar de ayeres
encendidos,
déjame descansar de ti,
dormir sobre las teclas de lo cotidiano,
libar su térrea música, olfatear su perfume 
cruento.


Nacen más pájaros en mí
cuando te niego,
cuando no alcanzo a definir

el ámbar de la melancolía. 

lunes, 23 de mayo de 2016

La cucaña


Trepa, reina maga, trepa por la cucaña.
No tengas prisa por llegar:
mira que aún es temprano para las mantis,
mira que los caminos rectos llevan tacón
 de aguja,
taconcitos ansiosos como los tuyos, que azotan manos,
que imponen tumbas, que abaten sueños.

Trepa y relame tu triunfo con lengua bífida
cuando estés ya muy cerca de un cielo pútrido.
Ya verás que te aguarda la miel y el cetro.
Sentirás a cientos de hienas oler tu sangre.

Deja de señalarme el camino único, el recto camino
de la cucaña,
Ahí no me esperes, ¡ah, no!
querida mía;
bien lo sabes:
soy un ave con piel de sombra.
Entonces,
deja que te responda
como a Neruda
con mi silencio,
o simplemente
mi asaetado índice
mire hacia el norte
para decirte
que mi voz se ha rebelado
contra tu mantra.







martes, 10 de mayo de 2016

Otras cosas




Perdóname si hoy no he sangrado,
si no he tenido tiempo de morir un poquito.

He estado en otras cosas.
Me urgía vestir la tarde de reloj para cuadrar 
las cuentas
del abismo, tantear el binomio de los ángeles,
desvirgar una a una las estrellas,
arrojar al infierno las libélulas.

Bien sabes mi vocación de canto rodado bajo el cielo.
Bien sabes que siembro raíces de uralita
para no hacerme añicos,
que puedo amedrentar a las lágrimas sin rozar
sus cabellos siquiera.

El caso es que hoy no te he pensado, amor,
y ya ves, ni un rasguño,
ni una mínima sombra,
ni un verbo donde mecer tus pájaros
ausentes.

Perdona si hoy no he tenido tiempo de quebrarme.

Si no he vuelto a morir mientras no me soñabas.



domingo, 8 de mayo de 2016

Luna Nueva



Si no fuese por esa música de alondras
que reclama a las hidras de mi lengua,
hubiese preferido el cero a solas, a secas,
un cero masticable, con las espinas justas
para digerir la soledad;
un cero sin aludes de palomas,
sin hebras de campana
picoteando el magma que arde en las ubres
del silencio
cuando el silencio es una víbora de fuego
que incendia el mar en paz de la palabra.

Hubiese sido menos arena, más piedra, más vacío,
menos lágrima,
si estas uñas carecieran de latidos.

De un extremo a otro de mis sombras
un violín afina su ensangrentado corazón.
Su música es un collar fósil
para mi frágil cuello de paloma.

De un extremo a otro de mis sombras
un vuelo azul lacera la ira
del relámpago.

La luna nueva instala sus espectros
en el intermitente reloj
de las ausencias.