viernes, 31 de julio de 2015

Destello



¿Recuerdas el color
del país
al que no se retorna?

El ojo curioso de la infancia
sondeando tramo a tramo
la miel del misterio;
las palabras del padre como una sinfonía
de certeras campanas;
la doliente ternura de la madre
con un sueño en sus brazos...

Pronto mudó la tarde el temblor en derrota.
Llegaron las hormigas en troncos de silencio
a mordisquear tu alfabeto de sombras,
y los glóbulos blancos de la decepción
fueron a morir
grito adentro.
El cielo gangrenado
trituraba silencios de vidrio
mientras la araña de la noche tejía
un traje de alcanfor para tu esperanza
macilenta

¿Cómo no viste al relámpago
luchando
por abrir una brecha en tu lengua?

El magma se diluye y una luz lo atraviesa
de cuajo.
Hoy mana un aire manso de tu mano a la tierra.

Espejea la palabra, resbala
sobre su propio abismo.

Bucea en tinieblas de quietud.

Reverdece en su búsqueda.








1 comentario:

  1. Ahora pienso, Rosa, que la poesía está herida y tiembla, que recuerda a la muerte y se desgaja del amor. Siempre mantuve que el hombre de la calle le daría un último aliento, demasiadas palabras, poca comunicación es lo que le ofrece. Creo ver en tu poema mucho de lo que digo, te esfuerzas por decir lo que sentimos muchos de los que escribimos, aún así, hemos aprendido a seguir como si se tratara de una broma pesada del destino. Este poema tiene muy buenos momentos y está lleno de retos, a quien pueda interesar, a quien no le asuste pensar, puede ofrecerle jugosas reflexiones.

    Un abrazo.

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