viernes, 15 de agosto de 2014
Sobre una sombra blanca
Yo caminaba sobre una sombra blanca,
caminaba mancillando la nieve
bajo mis pasos trémulos; los búhos vigilaban la noche,
oteaban el vacío del mundo, su olor a senectud,
bajo mis párpados;
los búhos
que tejían palabras de luz en el abismo,
los búhos
que incendiaban el duelo del silencio,
el pozo
de donde emerge azul la herida.
Yo caminaba, sin saberlo,
con una cuerda atada a mi destino:
veneno y antídoto trenzando la lengua
de mis manos,
y un canto iba minando mis raíces de humo, sus defensas,
despertando una luna limítrofe bajo la abúlica danza de las nubes.
¡Ah, cómo no morir dentro del bosque!
¡cómo sobrevivir
sin la bondad ardiente de sus lámparas, sin el acero de su canto rojo,
sin un destino alado!
Sin mi alma.
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