sábado, 3 de agosto de 2013

Manifiesto de la sangre





Flor,
esquiva los rayos de la noche.
No te ahogues,
no escarbes más en círculos de sombra.
No te entierres de arena.

Deja que caigan ascuas, labios, llantos,

espadas
de este cielo frenético.

Deja que llueva espuma de metálica ausencia.

Nace el día y ya ha muerto
pleno de estrellas huecas.
Nace una rosa y ya sus pétalos son pasto
del gusano del tiempo.

Pero tú te alimentas de raíces insomnes.
Exprimes el silencio a raudales.
 

Puede crecerte un día un pájaro en los ojos;
algún dios, incluso, entre las venas.

Golpea, corazón,
las estrechas arterias del presente.
Huye a un abismo blanco
Plagado de preguntas

Hazte carne en mis dedos.

Habla por ellos
con la voz de la sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario