domingo, 10 de abril de 2022

La sinfonía de las ratas

 



Afinad el oído,

escuchad sus hirientes chillidos

en mitad de la noche

cuando el insomnio barre

las telarañas de la placidez,

como ardorosos cuchillos que rasgan

la quietud del silencio.

Imaginadlas

correteando por el inframundo,

royendo con fruición los esqueletos

de nuestros despojos.


Coro de ángeles rabilargos

agitándose en un cielo

de agua infecta.


Presentid su pseudohumana inteligencia

escudriñando vuestra debilidad

con sus ojitos agudos

y profundos

o ebriamente sobrias,

jugando a los dados

con la sombra encogida

de Dios.


Ahora

ampliad la cobertura

de vuestras miradas,

¿No las véis

pasearse entre la multitud?:

porte altivo, trajes impolutos,

sonrisas de mescal

y adormidera.


¿No sentís que hiela vuestra sangre

un escalofrío

cuando pasan cerca de vosotros?

Las delata

su grandilocuencia,

el hiriente olor a podredumbre

que parece fluir del aborto

de sus risas.


Tocad, hermanas, seguid tocando los violines

de vuestras ardientes gargantas:

nuestros pies están malditos.

Seguimos aplaudiendo vuestra música

infame.

Hace mucho que hemos agotado

nuestro limitado repertorio

de excusas

y creencias

No podemos,

no sabemos

sino proseguir hasta la extenuación

escenificando

un vals de perdedores

mientras nuestros pies taladran

dulcemente

una tierra ya resquebrajada.


















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