lunes, 13 de julio de 2020

Espejo




No me mires así.
Tenía que intentarlo,
esbozar con mi silencio un continente
ajeno a tu locura.
Trataba de esquivar a duras penas
un deja vu incendiado
de espectros, consumido
por cerúleas espinas, por letanías absurdas
de decrépita infancia.

Tuve que cobijarme bajo la sombra de algún árbol
talado
para no escuchar una vez más el zumbido
de los avisperos del adiós

¡Cuánto he echado de menos
la melífera hiel manando de los pechos
del tiempo!
El azúcar glas de la memoria
cuajando una vez más en mi taza repleta
de nostalgias.

No me juzgues, 
si no fuiste capaz de seducirme
con inflamable aliento.

El vacío se  hizo un hueco entre mis sábanas,
y un virus que solo infecta la ilusión
se filtró por las rendijas del cansancio.

Tú te fuiste en el último tren
de mi desidia.
Hoy te llamo, y vienes a abrazarme,
y me embadurno
de tu sangre inabarcable.
Te observo
 mientras me desconozco más que antes,
bucean mis dedos
en la misteriosa espuma 
de tu vientre.
 Mi voluntad se expande en ti, poema,
 muta, escupe sus espinas
 para suicidarse una vez más
en el oscuro lecho
de tu lengua.

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