Ella acostumbra a guardarse la sombra
en la mesilla de noche.
Ha decidido
que su oficio es tejer lentamente la
pálida rutina,
enredarse en la ceguera luminosa
de su tela de araña.
Alguien aguarda
en la penumbra del jardín;
alguien a quien rescatan a deshora
las hienas del silencio,
viene de tarde en tarde a beber
hasta la última gota de sangre
de las rosas.
Y mientras suena un réquiem por el
ayer que asoma
en la mellada piel de una fotografía,
el animal oscuro escarba
en la penumbra hasta desenterrar
sus huesos amarillos.
Ella no escucha.
Entierra en el silencio preguntas
sin respuesta,
se anuda a la mirada el vuelo de los
pájaros
y enreda entre sus dedos la tarde
que se aleja.
Aracne es un vehículo estelar para uno de tus motivos secundarios en varios poemas; la araña. A mí la semana pasada me picó una araña en el bosque y tuve dolores y aún llevo su marca en la carne de mi pierna. Prefiero que me pique tu poema, con esa utilización del animal oscuro que escarba y del adjetivo "amarillo" en tantas poesías tuyas. Para mi lo amarillo son los viernes, como algo puramente sinestésico y sin explicación, para ti es algo muy concreto aferrado al tiempo corroído. Me gustan tus poemas más oscuros, poseen algo sexy, como una amenaza abstracta enfundada masculinaen efigie animal del macho, el oso arañando la caverna antes de raptar a la doncella de porcelana...como es tu piel y tú poesía; clara y diáfana recubriendo tu corazón inquietante.
ResponderEliminarMis abrazos a la única poeta femenina cuyos versos me enamoran.
Cristián.
Hola, querido amigo. Es verdad que hay imágenes recurrentes en mi poesía de las que no puedo desprenderme y que tienen una potente carga simbólica para mí. El color amarillo siempre me ha resultado irritante y su visión suele asaltar mi inconsciente.
ResponderEliminarGracias por tan interesante y acertado comentario, Cristián. Un placer recibir tu visita.
Mis abrazos.