jueves, 28 de marzo de 2019

Cuestión de perspectiva



Quién nos iba a decir que todo era cuestión 
de perspectiva.
Desde el ángulo opuesto a mí misma no lograba encontrar rastro
de tu sombra,
tan solo percibía el quejido ronco de la desesperación flotando 
en el vermouth de los domingos
o tropezaba con los pies de tu orgullo 
y caía de bruces al suelo
manchándome las manos
de impotencia.

Jugamos a recorrer el mundo en cien metros cuadrados,
dimos trescientas sesenta y cinco veces siete vueltas 
a la misma mentira
hasta que las distancias inflamaron el profundo oleaje
de la soledad.
Entonces pude verte por primera vez desnudo sin la cera 
del miedo.

Ahora que el animal oscuro apacigua sus garras
y se tumba en tu pecho,
un halo frío se acerca a susurrarme palabras de metal,
a desposeernos del árbol arrancado con esfuerzo
a la infancia.

Quién nos iba a decir, hermano,
que nuestra casa era un nido de barro
al que pudrió la lluvia,
que todo cambia sin saber cuándo ni cómo,
ni por qué.

Quién nos iba a decir
que todos los esfuerzos, que todos los suicidios,
caerían al abismo por sí solos;
que el tiempo poda las raíces más profundas.

Que todo es simplemente cuestión
de perspectiva.

jueves, 21 de marzo de 2019

Cariátide




¿Qué haces aquí?

Este aséptico rincón no combina
en absoluto con tu falda,
ni con la media sonrisa que compraste
de saldo
en las últimas rebajas de febrero.

Es extraño,
tú,
que te mimetizas a diario
en una somnolienta blancura,
que pulcramente ensobras lágrimas
ajenas
y las archivas en azetas
de olvido,
es extraño
que no hayas sabido digerir
el hierro de un silencio incómodo
bañado en suculento caramelo.

Una mirada torva,
silencios en los que descarrilan mil trenes
de asfixiante derrota.
Luego, una palabra-dardo
brota muy lentamente de la ronca garganta,
y con ella los virus del temor se propagan
por las frías paredes,
metastatizan en el trémulo cuerpo
que bruscamente adelanta su sombra.

Y tú, tratando de abarcar con tu mano
todos sus precipicios,
comprendes que no hay muro que pueda protegerle 
 de la hoz del destino
( tú, que sueñas todavía con acróbatas de humo
y lunas incendiarias;
que ingenuamente te repites a diario:
no hay muerte
 que no pueda desgarrarse
con los dientes de un amanecer,
y esta frase te calma como un mantra
que consuela tu frágil esqueleto)

Solo puede salvarte tu vocación de hormiga,
tu imperturbable alma de cariátide acostumbrada a sostener
sobre su cabeza
el atlas
del vacío.



domingo, 10 de marzo de 2019

Huelga indefinida de Nostalgia



Escúchenos atentamente, hermana,
y no se altere, por favor,
ni pretenda juzgarnos mal por ello.
Es tan difícil dar este paso
después de tantos años al servicio de su voluntad:
hemos decidido
darle punto y final a sus caprichos.

Nosotros, sus leales lacayos,
Nos hemos declarado en huelga indefinida de Nostalgia.

Por tanto,
no se obstine,
no vamos a seguir escribiendo los-versos-más-tristes-esta-noche-
porque las pesadillas se hayan cebado con el caparazón de su memoria
ni le disparemos dardo alguno a la luna
ni vamos a permitir frases tales como:
el silencio es un árbol de raíces antiguas
solo porque la vida no le ha tratado bien.

Estamos ya muy fatigados de tanto dar vueltas alrededor de la noria
de la melancolía.

Escúchenos bien (y esto sí es una amenaza):
Nos hemos convertido en una tribu implacable, devoradora de tragicomedias enlatadas,
de discursos lastimeros enfangados en los charcos
de la mediocridad.

Así que, por favor,
cuando sienta la necesidad de levantarse a las tres de la mañana
y poner en marcha la cuerda de su “impulso creativo”
vuelva a su cama y duerma.
Trate de contemplar la vida
con los ojos abiertos;
quítese de una vez por todas las espinas y arrójelas al mar
del desconsuelo.
Piense en el mundo como un lugar hermoso en el que no cabe apenas
el dolor, la traición o la mentira,
y cuando vuelva a golpearse duramente contra el hierro 
de la realidad,
y se sienta abatida, resentida, dolida …..
tómese un buen trago de whisky , háblele a los gatos de la calle,
o devore un buen libro.

Por favor, no vuelta a despertarnos.

No permita que cale la tormenta en nuestros frágiles huesos.
No nos arroje así, desnudos, indefensos,
a las tortuosas avenidas 
de un poema.