Si la nostalgia
te mira fijamente a los
ojos una tarde de lluvia
y sientes su agridulce pupila roer
tu corazón;
si te transporta muy atrás,
muy lejos,
hasta resucitar en tu
memoria rostros, nombres, lugares semihundidos
en el cráter del tiempo,
no la mires: aléjate.
No te dejes vencer por sus taimadas
lágrimas
ni acaricies el fugaz lomo del
tiempo.
Si una tarde cualquiera
tus manos se obstinan en arrojar reliquias al fuego
de un poema,
ignora su lenguaje, recupera algún sueño
frugal e inalcanzable,
olfatea
el carmesí vibrante de noches
compartidas a la luz de unas velas,
o piérdete en tugurios donde arde
la música
y la angustia suele rendirse
trago a trago.
Nunca, nunca, alimentes sus
huesos caducados,
nunca dejes
que amarillee su carne junto a ti.
Guárdala bajo llave
para que no despierte al animal herido
cuya sombra planea beber de tu tristeza.
Genial. Buena lección de vida. Besos
ResponderEliminarGracias por su comentario. Besos.
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