Quédate amor, no te vayas ahora,
¿no percibes, acaso, el rumor del
otoño musitando en mis dedos?
¿cómo se van abriendo una a una las
venas de la memoria roja?
Ven,
juégate conmigo a una carta la
eternidad de un beso,
acaricia mansamente el lomo de las
horas que se nutren de olvidos.
Recuerdo cómo azota las ramas
del silencio,
cómo
su áspera lengua lame mis esperanzas,
mientras el tiempo parece aletargarse
en un sueño amarillo.
No te marches aún:
regálame un abrigo de improbables
abriles.
No dejes que me hiera noviembre.
No dejes que me ahogue en la espuma de
un poema.
Querida Rosa;
ResponderEliminarmi impresión al leer el poema es que se trata de un grito íntimo, donde la literatura se despoja de sus ornamentos y de su ambición para primar la sencilla y hermosa necesidad de llamada "a ese alguien" en la soledad del otoño, repleto de recuerdos que hieren y fluyen a través de "las venas de la memoria roja". No puedo evitar cierto estremecimiento al hallar en este poema la búsqueda del amor verdadero en la falda mortecina del otoño, amiga de la vejez y el paso del tiempo...y sin embargo, podría ser, esta llamada, el grito de una niña rebosante aún de energía ante la fugacidad de la vida y la injusticia de la felicidad esquiva. Pero ésta, siempre puede esperar tras un árbol desnudo y esquelético, al final del camino.
Rosa, mi abrazo para ti,
Cristián.
Hola, Cristián:
ResponderEliminarNo vas desencaminado en tus apreciaciones. Noviembre es un mes preñado de nostalgia; un tiempo para la introspección y para el recuerdo de todos los que se han ido, dejándonos un enorme vacío. El amor es esa rama que nos integra en el árbol de la vida y por la que cobra sentido nuestra existencia.
Un placer encontrar tu sensible huella, querido amigo. Gracias, siempre.
Abrazos.