Silencio, Alicia, Silencio. Quiere
hablar el espejo.
Mostrarte con mirada insolente
las grietas
de tu debilidad.
No te dejes caer.
Niégale la bondad de tu
gesto.
Niégale las rosas espinadas
que entrega cuando adivina
la sed de unos labios.
Qué dificil aprender a pintar
un luminoso
olvido; evitar el temblor que
provoca sellar
puertas y ventanas al sur.
Alicia,
tú que habitas un mundo
sobrio y blanco,
tú que eres nube y te vistes
de piedra para no tropezar
con la muerte,
tú, que has aprendido a
sacudirte el dolor
al regresar a tu impoluto
mundo de arena, donde cavas
y cavas un silencio tras
otro,
no te dejes caer...
Repite conmigo:
este eco abisal que desprecio
pulsa las cuerdas de una absurda guitarra.
Un sueño desdibuja mis
labios dormidos.
La noche es una lámpara roja
que enciende la pared del presente.
La noche pretende arder en mi
sangre.
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