Era
azul el iris de tu mano
lo
recuerdo
era
azul y proyectaba en la mía
su
pupila más pura
El
verde de la higuera mencionaba mi nombre
cuando
el viento le hablaba
Era
blanco el silencio cuando la tarde
se
tendía a mirarnos
A veces
(raras veces)
veía
a lo lejos dibujarse la silueta
de la negrura
(aún la siento)
tan
joven...
Poco
sabíamos entonces de los pozos
que
manan sombras lentas
de
sus múltiplos ácidos
Ignorábamos
que
el camino alargaba su espinazo de bestia
sobre
las amapolas
del destino
Que
nos crecería un desierto de sal
sobre
los huesos
´"Mañana
será nunca"
susurraba
la noche más profunda en mis venas
"Pronto
sabréis
a
qué sabe
el
beso de la adelfa sobre un labio de infancia".
Tu Poesía tiene un ángel, una resonancia especial. Un placer leerte, Rosa.
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